Gira y gira sin parar, sin detenerse. Cuando lo pasamos bien
gira más rápido, cuando lo pasamos mal, más lenta y esta rueda es ni nada más,
ni nada menos que el reloj.
Queremos que vaya deprisa cuando estamos trabajando, queremos
que llegue la hora de nuestro descanso. Queremos que vaya despacio cuando lo
pasamos bien. En una fiesta, por ejemplo.
Nunca debemos tener prisa, porque el tiempo pasa y debemos
disfrutar de las cosas buenas de nuestro trabajo y de los momentos difíciles,
para eso debemos estar siempre serenos.
Con la cabeza fría y el corazón caliente, resolveremos esos
pequeños altercados, que nos sobrevienen cada día. Tendremos una respuesta, sin
enfadarnos, para cada problema.
En el trabajo es más difícil, porque hay que cumplir las
normas, pero si no nos alteramos, todo se resolverá con una sonrisa en los
labios, si bien, a veces, hay que enseñar los dientes.
Si uno se siente satisfecho consigo mismo, lo estará también
con los demás. Si por el contrario, está mosqueado, no puede responder con
verdad y corrección a los problemas.
La rueda sigue girando, ya estemos contentos o enfadados. El
reloj no para y ¿Qué prisa tienes tú de que pase el día? Si después vendrá otro
y otro.
Así se pasa la vida y cuando queremos acordar, somos unos
viejos que para “nada” sirven y el reloj sigue corriendo, no se para porque tú
te lo estés pasando bien.
Disfruta de la vida, que son esos ratitos mágicos.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.
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