En esta vida porque lo mismo que un día nacemos, con el pasar
de los años irremisiblemente moriremos. Por eso no conviene complicarse la
vida. A vivir que son tres días.
El dinero y las cosas materiales que poseemos nos hacen grandes,
pero esta grandeza es efímera cuando caemos enfermos o tenemos un accidente.
Aquel que era don Jaime se convierte en Jaimito y ya no tiene poderío en la
vida. Es uno más. La amabilidad, la cortesía, la sinceridad hacen grande a este
pequeñajo.
Una persona, ya sea un trabajador o un gran señor, nada tiene
que hacer a la hora de la muerte. Los dos son iguales ante la circunstancia que
va unida a la vida en la tierra.
Si somos creyentes, tenemos la esperanza de una vida sin dolor y sin fin, pero si no
lo somos, poco podemos esperar en este valle de lágrimas, que es la vida en la
tierra.
Nos conformamos porque tenemos que vivir (algunos) y no nos
falta nada material, pero estas cosas no son nada si no sabemos vivir y ser
buenos ciudadanos y compañeros para nuestros hermanos.
Mientras somos jóvenes las cosas van bien, no pensamos en el
futuro venidero, pero cuando avanzamos en edad nos damos cuenta que lo material
importa poco. Lo importante es el amor, el cariño, y el calor que podemos darnos los unos a los
otros.
No hay cosa mayor que el amor que nos podemos tener, no solo
a familiares, sino también a amigos y allegados. El cariño es grande como la
vida misma y no morirá nunca. Si unos se van, otros vendrán en su nombre a
agrandar este mundo de penuria que debemos elevar al Cielo.
Nada es imposible para valientes guerreros, si armas, que
somos los hermanos. Nadie nos puede vencer.
Lucha siempre por un mundo mejor, más agradable y menos malo
para todos sin excepción.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.
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