Cuando menos te lo esperas, te encuentras un problema, de
esos de agárrate y no te menees. Te viene una factura que no esperabas y que
apenas puedes pagar.
Tu mejor amigo, por menos de un pimiento, te da de lado y te
quedas patidifuso. Tu mujer te dice que no te aguanta más y te echa de casa. Te
quedas solo y sin recursos materiales y morales.
Pierdes el trabajo porque la empresa quiebra y te mandan al
paro, donde no te dan ni para pipas, porque la empresa te tenía asegurado a
medio sueldo, que se lo lleva la mujer y los niños y tú a pedir en una esquina.
Nadie te da, porque te ven joven y fuerte y con cuerpo para
trabajar y se dice para sí: ”este es un vago” que quiere que le costeen los
gastos y de ahí no sale, porque en tu lugar los hay a porrillo.
No encuentras trabajo por ningún sitio y la miseria te come.
Te quitan el coche por falta de pago. Tu mujer pide que te pide y tú sin un chavo
que sacarte del bolsillo.
Te las ves y te las desea para poder comer. Te quedas sin casa,
sin coche y sin un sitio para dormir.
Los amigos piensan mal de ti porque si tu mujer te ha dejado: por algo será.
La desdicha se cierne sobre tu cabeza. No sabes qué hacer.
Vas a un comedor social, porque tienes que vivir. La vida te da la espalda y no
sabes lo que hacer.
Por fin se abre un poco de luz en tu vida. Encuentras un
trabajillo, mal pagado, pero algo es algo.
Cumples tus deberes a rajatabla para que no te echen. La vida
te vuelve a sonreir, aunque solo sea a medias.
Tus hijos vienen a
verte. La cosa no era tan mala como se esperaba. Vuelves a tener amigos ya no te ves fura de casa. Te compras un
cochecillo y vuelves a vivir dignamente.
Ten cuidado con la vida que da más palos que otra cosa.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.
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