Es la que tienen esos hombres que se enfrentan a la vida sin
temor, con gallardía, con valor y sin miedo. Parecen muchos, pero son muy pocos
los que reúnen estas cualidades. Hay que ser temeroso, audaz, emprendedor y no rendirse
jamás.
Hay que ser tierno con lo sencillo y duro con lo implacable.
Luchar por la vida mientras quede un soplo de aliento en nuestros cuerpos
“invencibles”, que luchan por el bien y por el buen hacer de una sociedad
corrupta, como la que tenemos.
Hay que luchar con la mente y con el cuerpo, hasta vencer a
los enemigos, que se cuentan por millares, hasta darle su merecido hasta la que
es la erradicación del mal que hay en sus cuerpos, parecidos a los nuestros.
El más pintado lo mato con un soplido, el más fuerte es pan
comido para el que tiene furia de hombre. El más terrible es un corderito para
el que tiene furia interna. El más voraz es pequeño para el furioso.
El cazador es cazado por un pequeñín, que no aparenta nada.
No tiene miedo de las armas del cazador. Las suyas son más potentes y
mortíferas que las de cualquier hombretón, que se cree el amo del mundo y no es
más que un alfeñique al lado del valiente, con furia.
Con un tirachinas hacen un arma letal para sus enemigos. No
tienen rivales en este mundo, que se engrandece con hombres como estos, que no
temen a nada ni a nadie, por muy fiero que parezca.
De un ovillo de hilo hacen una cuerda que ata de pies y manos
a sus enemigos, que son pequeños en su aparente grandeza para los humanos, pero
no para los titanes, que con furia reducen a sus enemigos, sin esfuerzo grande,
sino que con poco vencen a estos malvados.
La Ley es para los fuertes, los aguerridos, los titanes, los
invencibles, que no tienen miedo de nada ni de nadie y luchan sin temor, por un
mundo mejor, más humano, menos austero…
Decídete tú de qué lado estás si de los titanes o de los
alfeñiques.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.
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