Son muy prácticos para el invierno y para el verano, pero se
quedan para aquellos que puedan costeárselos. Son caros y gastosos y cuesta
mantenerlos en perfectas condiciones.
Para tenerlos tiene que ser en toda la casa, sino no enfrían
o calientan el aire lo suficiente, como para estar a gusto. Cuando se
acostumbra uno a ellos ya no quiere otra cosa y al salir a la calle nota mucho
la diferencia de temperatura y puede coger un resfriado.
No es bueno acostumbrarse a ellos, pues sino no hay quien te
saque de casa, pues se está fresquito en verano y calentito en invierno. Son
una alegría grande el tenerlos. Claro está que todo el mundo no puede
costeárselos.
Los hay en la consulta del médico, en los hospitales, en
algunos bares, en los autobuses y en algunos sitios de postín, pero como una
brisa marina de levante, aquí en Málaga no hay nada y no cuesta dinero.
El clima tiene esas cosas que ya hace frío, ya calor, pero
eso es bueno para el cuerpo para que se acostumbre a todo. Además con el frío
crecen algunas plantas, con el calor otras y tenemos siempre una alimentación
rica en vitaminas y minerales que nos ayudan a estar sanos.
El mundo está hecho así, por algo será. Quien lo hizo sabe
bien de estas cosas y nos da lo mejor para todos. No se ha hecho el frío o el
calor por gusto. Cada uno favorece unas cosas u otras.
Los aire acondicionado vienen a mitigar ese frío o esa calor
intensos, que nos hace padecer las inclemencias del tiempo.
Son como un rayito de sol en invierno o una nube en verano.
Sobre todo para los que están enfermos o delicados es una
bendición porque los mantiene con una temperatura idónea en todo tiempo.
Si no los tuviésemos, tendríamos mala calidad de vida. Son un
regalo del Cielo para todos los que pueden disfrutar de ellos. No abusemos de
estos aparatos, que también es malo.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.
No hay comentarios:
Publicar un comentario