El amor surge cuando una pareja se gustan por su forma de ser
de vestir, gustos compartidos…y los celos aparecen cuando esos gustos se
enfrentan y aparece el desamor.
No hay que confundir celos con celo, esto último es amor en
el más amplio sentido de la palabra. Dios siente celo por nosotros y es porque
nos quiere mucho, pero no es celoso.
A consecuencia de los celos viene la violencia de género, tan
terrible como abominable. No se puede ser de una forma de novios y cambiar de
casados, porque aparece la susodicha violencia de género, que tantas muertes,
sobre todo en mujeres acarrea cada año y todo por un desentendimiento.
Hay personas que no diferencian celos de celo y es todo lo
contrario. El celoso lo es porque no aguanta las costumbres de su pareja. El
que tiene celo es porque quiere a su conyuge.
El celoso también quiere a su pareja, pero a la carta, como a
él o ella le gusta que sea. Para eso está el periodo del noviazgo, para ver si
son compatibles sus caracteres y gustos.
No se puede engañar a la pareja, que conste que los hombres
somos más infieles que las mujeres, pero estas son más provocativas y esto no
gusta al hombre, que si tiene que provocar a alguien, que sea a él.
No vale, por parte de las mujeres, el ir muy tapaditas de
novios y de casados ir enseñándolo todo, porque esto no gusta al hombre.
Los hombres somos muy nuestros y no nos gustan las tonterías.
Si la mujer quiere enseñar su cuerpo, que lo haga, que para eso es suyo, pero
que lo haga siempre.
El hombre debe respetar a la mujer y si da un cambiazo,
dejarla sola, que es lo que se merece.
El destino arreglará las desavenencias que puedan producirse
en una pareja. No estoy yo a favor de la violencia de género. Si no se llevan
bien lo mejor es separarse, pero sin violencia.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.
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