Es un tema polémico porque hay quien tiene tres pisos y quien
no tiene donde vivir. En tal caso tiene que recurrir al alquiler, que tampoco
está barato, pero se puede sobrellevar.
Es difícil, sobre todo, para los que empiezan ahora que no
pueden pagar una hipoteca, que están por las nubes. Hay una mejoría económica,
pero mayormente en el sector público, el privado se enriquece de los pobres
trabajadores, que no pueden hacer nada ante esta situación.
El que tiene pisos, los alquila, sin declararlos y a tiempo
parcial, para sacarle más beneficio aun. El que no tiene nada se da con un
canto en la frente y sigue su amargo caminar.
La vida no está hecha para los pobres, que tienen que trabajar
duro por un poco de dinero. Lo suficiente para comer, mientras el rico se ríe
de los peces de colores en su falso pedestal.
Llegará el día en que los pobres tengan de todo y los ricos
se vean desnudos, con una mano delante y otra detrás. Y no tardará mucho en
ocurrir eso. Basta con tener un poco de paciencia.
No hay vivienda asequible para la juventud, es demasiado
cara. El Gobierno de la nación debería promover viviendas modestas para quien
no puede pagar una hipoteca grande. Dar ayuda a los más jóvenes para que puedan
emanciparse.
La juventud es el destino de la nación y si esta no tiene
medios no podrán pagar la jubilación de los mayores, que están hartos de
trabajar largos años para vivir sus últimos días dignamente. La sociedad va
avanzando y lo primero que necesita es una vivienda para casarse y tener hijos.
Los padres, poco o nada pueden ayudar a los hijos que necesitan trabajo
remunerado. Cosa que escasea.
Formación tiene nuestra juventud, lo que falta son empresas
que los contraten con un sueldo digno.
Apostemos por la juventud, que es la que tiene que sacarnos
de este lio.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.
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