sábado, 2 de marzo de 2019

VENTA AMBULANTE


Es una práctica a extinguir. Con coches, motos o animales de montura, vendían, sobre todo por los barrios periféricos: pan, leche, pescado, legumbres, melones y otras frutas e incluso ropa…
Todo esto ha acabado con la globalización. Ya hay que tener un comercio para vender cualquier producto y el pobre que se ganaba, a duras penas la vida, ya no puede hacerlo.
Ahora solo se puede vender en los mercadillos habilitados por el Ayuntamiento, donde tienen que pagar para hacerlo. Está visto que vamos de mal en peor y con este gobierno nos vamos a comer la patas como los pulpos.
No hace tanto que el comercio ambulante existía y aún ahora, alguno se atreve a darse una vuelta por los barrios y vende pan, melones sandías. No hace nada malo, solo ganar un dinerillo, ya que esta sociedad no le da trabajo a todos.
En el caso de que lo vean se expone a que le quiten la mercancía y le pongan una multa. Siempre que haya higiene, la venta ambulante puede existir y no hace mal a nadie, al contrario, le pone en la puerta de su casa, productos de calidad a precio asequible.
Todo es un engaño, porque los comercios no pagan los impuestos que deberían, según lo que venden. Declaran lo que les parece y para adelante. Mientras el vendedor ambulante está desapareciendo prácticamente, por culpa de leyes injustas.
Los comercios se afanan por vender más y más sus productos, pero es que no hay quien se los compre porque hay mucha competencia. Hoy día hay que venderlo todo empaquetado y sellado y luego nos dicen que reciclemos los envases. Tendríamos que dedicarnos exclusivamente a ello, porque desde un yogur hasta una lata de atún, pasando por un bote de leche o una botella de cristal, habría que reciclarlos y no todas las personas pueden hacerlo. Conste que yo reciclo todo lo que puedo.
El caso es que nos estamos cargando el planeta y nadie pone remedio.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.

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