No hace distinto al ser humano. Ya sea blanco, negro,
amarillo, rojizo, hindú…o de cualquier raza o etnia, la sangre que corre por
sus venas es la misma. Por tanto no debemos despreciar a nadie por el color de
su piel, porque todos somos, chispa más o menos, iguales.
En España hay gente de muchos países, que vienen a buscarse
la vida, porque en sus países se vive peor. Los recibimos de la mejor forma
posible, para que se sientan como en casa. No hay nada más que ponerse en su
lugar. Bien nos gustaría que nos acogiesen con cariño, hermandad y nos
proporcionaran lo que necesitamos.
Muchos vienen de vacaciones y son muy bien recibidos, porque
vienen a gastar aquí su dinero y dan trabajo a los españoles.
Los que vienen en pateras, jugándose la vida, por alcanzar
unas condiciones mejores, esos no son tan bien recibidos, porque vienen con lo
puesto, buscando una vida mejor. Por lo menos no pasar hambre.
No se me ocurriría nunca decir: “mira el negro ese”. Viene a
quitarnos el trabajo a nosotros. Ellos también tienen derecho a unas
condiciones de vida digna. No solo los negros, los marroquíes, chinos,
sudamericanos, europeos y de todos los países que está económicamente peor que
España.
Debemos acogerlos como nos acogieron a nosotros en Alemania
en los años 1960-1970, que nos dieron trabajo cuando aquí no había.
Todavía, vamos a la vendimia en Francia y a otros países que
necesitan trabajadores cualificados, que en España nos sobran y allí no miran
el color de nuestra piel. En el mundo hay muchas razas y dentro de cada país
hay distintas etnias.
Si seguimos separando, yo me voy a quedar solo, porque soy
distinto a los demás.
No es justo, debemos caminar unidos y ayudarnos en todo lo
que podamos.
Hombres y mujeres de cualquier país, raza, etnia, somos
ciudadanos del mundo, personas al fin y al cabo.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.
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