Rezar es repetir machaconamente las palabras que dice la
Biblia y el Evangelio. Lo que hacen los curas es rezar, que por cierto no vale
para nada, sino que entorpece al que hace oración.
Orar es hablar con Dios, pidiéndole cosas buenas y dándole
gracias por los bienes que recibimos todos los días. Jesús nos enseñó a orar,
pero no repitas una y otra vez las mismas palabras, haz oración salida de ti,
de tu espíritu, que mora en ti.
Siempre hay cosas que decirle al Señor Dios. Pedirle por la
salud física y mental de todos, empezando por los demás y acabando por la
nuestra. Agradecer los bienes morales y materiales que nos da cada día. No ser
muy pesado y repetitivo.
El primer bien que recibimos es el pan, que no le falte a
nadie en el mundo. Luego los bienes morales, la salud, que el trato con los
demás sea bueno, o sea, amistad.
Yo o tú podemos orar en cualquier momento del día, pero es
preferible cuando estemos solos en nuestra morada. Orar no es decir “Señor,
Señor” ni “Hay por Dios”. Orar es sacar de lo más hondo de tu corazón los
deseos que tienes y decírselos al Señor Dios.
Puedes orar con Dios como un amigo tuyo y mío que es, si
cumplimos los mandamientos. Puedes contarle qué hacer ante una situación dada.
Él te responderá en tus adentros.
Pero ojo que ahí está el maligno, haciéndose pasar por el
bueno y robándote tu oración, convirtiéndola en rezo. Hay un paso de lo bueno a
lo malo y yo puedo estar repitiendo lo que lucifer quiere.
Si tienes duda intenta dejar tu mente en blanco y evitaras
rezar al diablo. La oración viene por si sola y llena el espíritu de alegría.
La oración es un bien divino, no lo mancilles, no lo manches
con rezos vanales. Es preferible no decir nada que rezar una y otra vez, la
misma cosa, que agrada al diablo.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.
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