Parece absurdo que una persona no sepa lo que quiere hacer,
que decir o como reaccionar ante una situación dada. Es un poco raro, pero no
imposible, sobre todo en los países más avanzados.
Podría llamársele el síndrome del aburrimiento. Ocurre porque
tenemos de todo y sobrado y ya no nos gusta hacer nada, porque no tenemos falta
de nada, todo nos sobra.
Cualquier trabajador de clase media me podía decir que él o
ella tiene falta de dinero, de salud (Sufre stress seguramente). Yo pienso que
no le falta de nada porque tiene una familia, una casa, un trabajo, come y bebe
bien todos los días, tiene ropa y calzado sobrados, tiene coche, un teléfono
móvil por miembro de la familia o más, quizá tiene moto o motos y más de un coche…
Materialmente díganme lo que le falta a este sujeto. Yo diría
que vergüenza. No se puede mirar siempre hacia delante. Si miramos hacia atrás
veremos que hay muchos más que hacia delante.
Llega un momento que no sabemos lo que queremos, por lo que
he dicho antes, porque no nos falta nada imprescindible.
Otra cosa es la salud. La persona rica o pobre puede carecer
de ella y eso es una verdadera pena tanto si se es pudiente o no.
Muchas veces andamos como despistados, que no sabemos lo que
vamos a hacer y es que estamos sumidos en la abundancia.
Todo nos sabe a poco, tanto si es en el comer, en el vestir o
cualquier otro bien que podamos tener.
Hablando en pareja, no se ponen de acuerdo, porque uno quiere
cambiar el coche y el otro no. Uno argumenta que el que tienen todavía sirve.
El otro dice que no y lo que ocurre es que el vecino de enfrente se ha comprado
uno y es precioso, el modelo y el color.
Creedme que llega un momento que ya no se sabe que hacer con
el dinero, que tanta falta hace.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.
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