Era un tipo ruin y malicioso que se dedicaba a quitarle la
ilusión a las personas, de lo que tenían en proyecto. La gente se
desilusionaban y abandonaban las tareas que tenían previsto hacer.
Era un tipo feucho y mal arreglado, pero muy listo y se
aprovechaba de su condición para echar a perder los planes de la gente, que
estaba ilusionada con su vida y su quehacer diario y que tenía ilusión por sus
cosas, que eran de lo más normal del mundo.
A unos les gustaba la música, soñaban con ser virtuosos de
algún instrumento. A otros les gustaba escribir, como yo, historias de la vida.
Pero aparecía el ladrón y les quitaba la ilusión diciéndoles que eso no valía
para nada. Menos mal que conmigo no puede y sigo escribiendo, todos los días
historias de la vida y de la gente.
Acechaba, el ladrón a sus víctimas y las hacía desistir de
sus sueños, que eran de una persona normal, el arte, las manualidades y otros, simplemente hacer
bien su trabajo.
No hay persona más tosca que la que se mete en la vida de los
demás. Máxime cuando es para estropear
sus planes. La gente es sencilla y se dejaba llevar por los malos augurios de
este sinvergüenza, que rondaba a sus presas en la oscuridad de la mentira.
Les “aconsejaba” que hiciesen como él y que serían felices en
su tarea y ellos se dejaban llevar por este pillo que era elocuente en sus
engaños y la gente quedaba complacida con él.
Al pillo de marras le gustaba lo que hacía y era feliz
atormentando a la gente, que como corderos, caían en las garras del lobo, que
acechaba a los más débiles para hacerlos caer en su trampa, que era propia del
demonio. Menos mal que también hay gente buena que da útiles consejos a todo
aquel, que sin darse cuenta, cae en las garras del chacal.
Si tienes una ilusión, ponla en práctica y no te dejes llevar
por malos augurios, que a ningún sitio llevan.
La gente aconseja, pero tú eres libre de hacer lo que
quieras.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.
No hay comentarios:
Publicar un comentario