Es molestar, de una manera u otra al prójimo. Hay personas
que se ofenden fácilmente y no se les puede decir nada, ni saludarlo, ni
rozarse con él. Son delicadas a más no poder. Otras, sin embargo, es difícil
que se molesten. Para eso les tienes que atacar duramente.
No se puede ofender a nadie, hay que gastar cuidado de a
quién nos enfrentamos y tratar a cada uno de la mejor forma posible. Si sabemos
que a una persona no le gusta que la saluden, pues no la saludamos y asunto
arreglado. Otras se molestan si no se les saluda.
Cada cual es como es y lo debemos de respetar. Debemos de
conocer a las personas con que nos tratamos y dar a cada una lo que estas
desean de tí. Es muy fácil, se trata de conocer a las personas.
No se trata igual a un conocido que a un desconocido. Al
conocido sabemos por dónde le podemos entrar, al desconocido no y debemos gastar
cuidado de no ofenderle. Se le puede saludar y, si contesta, entablar una
conversación, si no, le dejaremos en paz.
Al amigo íntimo le podemos gastar bromas incluso. Al
desconocido, no, porque puede molestarse por menos de un pimiento. Lo mejor que
podemos hacer es no faltar al respeto de ninguna persona y así saldremos
curados en salud.
Uno puede conocer a muchas personas, pero de vista y hemos de
tratarlas con respeto y buen hacer. A los amigos se les puede decir cualquier
cosa, con respeto, que no se molestarán.
El que va por su camino, a su royo, no ofende a nadie, porque
va a su quehacer y no tiene tiempo de tonterías, va a lo suyo y no se mete con
nadie. El que es un bocazas ofende a todo el mundo porque es su forma de ser.
Ve por tu camino, a tu trabajo o tarea, saluda a todo el
mundo y no te metas en lios malos. Saldrás ganando en salud y todo el mundo te
apreciará, por tú sencillez.
Camina por la senda angosta, que por la ancha es muy fácil de
ir.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.
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