martes, 11 de diciembre de 2018

EL CAMPO


Es maravilloso porque de él sale todo lo que comemos, bebemos, vestimos. Pero mi idea es hablar del campo como terapia. Para todo el que sufre enfermedad mental, stres, o simplemente está harto de tanto coche y ruido infernal, es una salida, un paréntesis en la vida diaria…
Podemos organizar salidas al campo de varias personas, para disfrutar de la naturaleza, respirar aire puro y hacer algo nuevo.
Siempre hay campo cerca, a las afueras de la ciudad al que podemos acceder andando, sin necesidad de ningún vehículo. Es propio para dar largos, relajantes y estaciantes paseos, ir a comer; siempre teniendo cuidado si encendemos hoguera de apagarla bien, para que no vaya a prenderse fuego y perdamos este tesoro. Hay sitios señalados para estos menesteres.
A lo que iba, el campo es un anti-stres, para toda persona, especialmente la que sufre trastornos mentales. En el campo es todo tranquilidad, paseando podemos disfrutar de la naturaleza, que está cerca de ti.
Con tu familia amigos o allegados vete un día libre a dar un paseo por el campo, que inspira a poetas y es sano a más no poder. Hay flores,  aire puro de los pinares, oxigeno con tres valencias y no con dos como respiramos en la ciudad.
Te puedes llevar unos bocadillos y sobre todo, agua para hidratarte mientras paseas. Pasarás un día agradable en un ambiente distinto, respetando a las plantas y a los animalitos, que te puedas encontrar.
Andando tranquilamente, se va conversando con los compañeros y amigos del paseo, que es gratificante para el cuerpo y para el alma.
Es muy relajante porque allí no te puede atropellar ningún coche o moto. Mientras paseamos, vemos la vegetación y la fauna que te invita a seguir paseando. Se te hará el día corto y querrás seguir disfrutando de tanto bien, que a lo mejor tenías algo olvidado.
Los problemas se olvidan con, tanta paz, que se respira por los cuatro costados. El sol alumbra tu camino y te dice cuando hay que ir pensando en volver, que será un poco duro.
Yo me crie, hasta los 9 años, en el campo, quizá por eso le tengo tanto cariño. Ansiaba de ir a la ciudad, pero no tuve ninguna oportunidad de conocerla. Tan solo iba al pueblo, de compras o al médico. Me gustaban mucho los coches y maquinaria de obras públicas. Jugaba con piedras. Una plana era la máquina que hacía el carril y otras eran los coches. Por cosas de la vida vi mi sueño cumplido: ser conductor.
En una ocasión me subí a una gran encina y luego no me podía bajar. Estaba solo y la noche se acercaba. Por fin y con mucho cuidado conseguí bajar del vetusto árbol. Lo pasé realmente mal. Cosas de niños.
 En el campo en primavera, nos dedicábamos a buscar nidos de jilguero chamarices u otros, con idea de meter alguno en una jaula. En una ocasión pillé a la pájara metida en el nido. Fui sigilosamente y la cogí. Era una jilguera, que luego solté para que criase a sus pollos.
Me estoy desviando de mi propósito, que no es otro que el de convencerte de que vayas al campo. Te alegrarás y sentirás bien. En el campo los problemas se olvidan y se tranquiliza el alma. Cuando vayas, acuérdate de las cosas que yo, tu amigo te decía, de las peripecias que viví en el campo y de los consejos que te doy.
Si vas al campo, de noche con luna llena, te puedes deleitar con la media luz de la luna, el canto del grillo y las ranas. Podrás observar que no hay diez o doce estrellas como se ven desde la ciudad, sino millares de ellas. El cielo está precioso y la luna alumbra tu caminar.
Si llueve mientras caminas, podrás oler el aroma de la tierra mojada. Huele mejor que la colonia.
Si no tienes ocasión de ir al campo, cría macetas en tu terraza, que son un trozo de campo. Rosales, claveles, romero, albahaca, geranios…Te distraerás con ellas y, si quieres, les puedes cantar mientras las cuidas, se ponen más bonitas.
El stres y las enfermedades mentales son de la ciudad. En el campo es todo tranquilidad y salud, sino fíjate como las personas mayores, viven más años que las generaciones nuevas. Están criadas en el campo, con comida natural y sana.
Prueba un día a ir al campo. Comprobarás que lo que te digo es verdad, que no hay nada más sano y no querrás venirte a la ciudad. Llévate una navaja por si tienes que cortar una varilla o caña para apoyarte. Ve con el teléfono móvil, por si te pierdes y no sabes volver. Olvídate del mundanal ruido de la ciudad y disfruta conociendo in situ las plantas y animales que salen por la tele. No te asustes de los animales, que estos, si no se les molesta no atacan.
Disfruta de la música del campo, el cantar de los pájaros, cada uno tiene el suyo.  Tú podrás oírlo y conocer a los animales en su medio ambiente. No te olvides de llevar agua y algo de comida, que en el campo entra hambre y sed. Puede que te encuentres con una fuente natural. Llena allí tu cantimplora, verás que fresquita y rica está el agua.
Cuando vuelvas a la ciudad, querrás volver al campo y repetirás, porque todo es tan natural como la vida misma. Siéntate en una piedra y no pienses en nada, solo en disfrutar de lo que te rodea.
Verás mariposas, saltamontes, ranas, pájaros, águilas y un sinfín de animales. Si es primavera, verás como se aparean los pájaros.
Te acuerdas de la película que decía Alfredo Landa: “vente pa España Pepe”. Pues yo te digo: vente al campo Juan.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.

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