Es la palabra que mejor define la labor que desarrollan los
profesionales de cualquier oficio, en especial la conducción. Están atentos a
su trabajo al 100% y lo hacen con arte.
Los trabajadores hacen su misión con gusto. Un albañil, un
fontanero, un electricista, un conductor, un médico o cualquier otro oficio, es
su pasión y lo hacen, más que por dinero, por vocación. Desarrollan su tarea
sin pesarles el esfuerzo, porque les gusta lo que hacen y disfrutan con ello.
Cada minuto de su tarea es un rato de goce para su alma.
Trabajan con paciencia y celeridad, con ingenio y sabiduría, sabiendo que lo
que hacen es un bien para la humanidad. No les pesa, repito, lo que hacen
porque les gusta y disfrutan con su trabajo.
Yo era conductor y lo hacía con desden, sin importarme las
normas de la empresa. Disfrutaba conduciendo mi camión o autobús por esas
calles y carreteras de España, poniendo todo lo bueno que hay en mí.
Ahora me dedico a escribir y, para mí, es un arte que viene a
mí con una fluidez increíble. Mi pluma se desliza sobre el papel con mucha
facilidad. Tengo 600 o 700 artículos y no me faltan temas, que ya es difícil.
El que no tiene arte, no sabe trabajar en ningún oficio. Hay
que ser pacientes, improvisadores, sencillos y sobre todo tener amor por lo que
se hace sea lo que sea. Sino no sale bien y te agobias, reniegas de tu trabajo,
que es el pan de tu familia.
Todo oficio requiere su sabiduría y su práctica. No vale
ponerse porque si y hacer una mamarrachada. Hay que dedicarse con ilusión. Hay
que trabajar bien y con ainco y poner el corazón en lo que se hace y ser feliz
en tu puesto y respetar a los jefes.
Hay que pensar con la cabeza y trabajar con las manos, que
nos las han dado muy completitas.
Hay que poner todo el empeño del mundo en lo que se hace y
hacerlo bien y con cariño a los demás.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.
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