martes, 18 de septiembre de 2018

NUNCA DIRÉ, NUNCA JAMÁS


No juraré por nada ni por nadie, que no haré tal o cual cosa, porque puede que las circunstancias de la vida, me obliguen a hacerlo, habiendo jurado en falso. Yo diré no haré esto, pero no juraré por lo visible o invisible, que sea incierto una cosa en mí.
El destino puede mucho y mañana pueden cambiar las cosas. Lo que hoy es seguro, mañana puede ser inseguro. Sabemos lo que somos capaces de hacer y no hacer, pero no sabemos lo que el destino nos puede deparar.
Quien me iba a decir a mí hace 30 años, que hoy estaría aquí escribiendo, para quien lo quiera leer, cuando lo mío es conducir vehículos de mercancías y viajeros. Pues si lo hago y hay a quien le gusta.
Yo estaba seguro de que mi familia no se rompería y, sin embargo, se rompió y andamos cada uno por un lado. Yo confiaba plenamente en mi pareja, pero un buen día, me falló y destrozó mi vida.
Ahora ando por otros caminos y no estoy disjustado. Me las apaño bastante bien. Tengo más amigos que enemigos y el mundo sigue su curso con bastante celeridad. Insisto, no me quejo de nada. Mi camino es este y lo sigo alegremente y sin protestar.
Las personas, muchas veces, nos encontramos en una encrucijada de caminos y cada uno elije el que cree, que le viene mejor.
No se puede jurar, porque mañana pueden cambiar las cosas y nos arrepentimos de haberlo hecho y ya no tiene solución. Hay que tomar medidas antes de que ocurra. Luego ya es tarde.
Se puede prometer por nuestro honor, que no haremos lo que sea, que lucharemos por no hacerlo, pero nunca sabemos cómo van a salir las cosas. Por lo tanto, no jures nunca.
La vida nos deparará cosas buenas y malas. Agrandemos las buenas y demos de lado a las malas.
Muchos juran por su persona y por Dios que no harán tal o cual cosa y luego terminan haciéndola.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.

No hay comentarios:

Publicar un comentario