miércoles, 12 de septiembre de 2018

LA EDUCACIÓN


Una persona educada cae bien en todo sitio. El pedir las cosas por favor, en un comercio, por ejemplo y dar las gracias tras ser servido, tiene mucho que decir de una persona bien educada. En un supermercado, cuando no encontramos algo, vemos a un empleado y le preguntamos: tal o cual artículo, ¿dónde está, por favor? Él no lo indicará amablemente y nosotros le daremos las gracias.
Cuando no conocemos al empleado le decimos: señor o señorita, me puede indicar dónde están las legumbres, por ejemplo. Dicho señor o señorita se sentirá agasajado y dirá para sí: “que hombre o que mujer más bien educada”” Así da gusto”.
Cuando saludamos a una mujer de cierta edad, debemos decirle: buenos días señora y nos contestará con gracia. Eso es agradable para ambos y otra vez será ella la que nos salude a nosotros, si es persona de educación. Si es de mala educación, no la saludes y asunto solucionado.
Debemos ser servidores y no servidos. Ayudar a quien lo necesita, en el momento adecuado. Dar, por ejemplo, para el autobús a quien lo necesita. No fruncir el seño cuando nos piden algo que nosotros, sin gran esfuerzo, podemos dárselo.
No debemos ser escrupulosos ni mal pensados. No nos debe dar asco dar la mano a una persona callejera y no debemos pensar mal de él. Que si está así, por algo será, seguro que es de mala familia, o mil cosas que se nos pueden venir a la mente en un momento dado.
Resulta que hay mucho aprovechado en la vida y por eso no nos fiamos. Hemos de tener la vista clara y la mente fría, así como el corazón caliente, a la hora de tomar una decisión, para que esta sea acertada y justa en los devatares de la vida.
En nuestro trabajo, debemos ser amables, serviciales y correctos. Nos querrán los clientes y también nuestros jefes. No pongamos nuca mala cara a nadie.
Ser correcto y amable no cuesta trabajo y vale mucho.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.

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