miércoles, 19 de septiembre de 2018

EL HADA BUENA


Había una vez una niña que se sentía desgraciada. Nadie la quería, ni su familia, ni sus compañeros de colegio, ni sus profesores y ella no hacía más que llorar y llorar. Un buen día se le apareció un hada buena, que vino a consolarla. Le dijo niña bonita, yo si te quiero y eres una niña muy linda. En el país del nunca jamás caben todas las niñas como tú, porque tenéis buen corazón, aunque no seáis muy guapas, tenéis otras cualidades que os hacen ser queridas por todos los duendes de aquel país.
El hada le cantó algunas cancioncillas, que levantaron el ánimo de la chiquilla, que desde aquel día vive feliz. No le importaba que la llamasen fea o mema, ella sabía que todo era mentira, que ella era tan rica muchacha como cualquier otra.
El hada la visitaba de vez en cuando, para darle ánimos y que no volviese a caer en la depresión, que tenía cuando la encontró el primer día. La niña reía sin parar y era muy feliz, porque ya no se sentía desdichada en un mundo de tontos, que no saben más que criticar. Para todos los desafortunados y tristes del mundo, han de saber que tienen un hada buena, que vendrá a consolarles cuando estén tristes y le vaya mal.
Nuestra niña mejoró en el colegio y sus profesores la estimaban, como una buena chica, que en sus ratos libres cantaba cancioncillas pegadizas, que alegraba a quien la oían cantar con alegría.
Las hadas no son cosa de cuentos, existen en realidad. Van de acá para allá, buscando a niños y niñas a quienes consolar, porque le vayan mal las cosas, porque estén tristes y se sientan desdichados. Si alguna vez te ocurre esto, piensa en tu hada buena, que en cualquier momento puede aparecer y hacer cambiar tu cara, chavalÍn, chavalina que no llores por nada, que no te sientas triste.
Quien no cree en las hadas, es porque no ha sido niño, necesitado de cariño, de buenas personas que te hagan sentir bien en la vida y en la convivencia con los demás.
Para los mayores también hay hadas, pero esto es más difícil de contar.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.

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