miércoles, 26 de septiembre de 2018

EL BUENO, EL FEO Y EL LENTO

El bueno era una persona que a todo el mundo ayudaba. Daba limosna y se congratulaba, con las personas que lo pasaban mal. Era de pueblo, pero hace largos años que vivía en la ciudad. Era un hombre de mundo que le gustaban las cosas bien hechas.
No había quien le ganara a bonachón y persona con buenos modales. Se reía de las personas malas, porque le parecían tontas y de mal gusto. Su lema era el amor para todos y luchar contra el mal con todas sus armas, que eran la bondad y la lealtad.
Le gustaban las cosas bien hechas, a conciencia y odiaba la maldad y la gente que la profesaba. No quería que hubiese mal en el mundo, pero esto es muy difícil de conseguir, porque somos unos pocos luchando contra una legión de personas abocadas al mal.
El feo era una persona, ciertamente poco agraciada, que la gente se mofaba de él, pero era fuerte de cuerpo y espíritu. No le asustaban los matones y las personas de mala fe. Le ponían apodos degradando a su persona, diciendo lo feo que era.
No se alegraba de los males del mundo, sino que luchaba contra ellos. El silencio ante una injusticia, era la forma de luchar de esta persona. No se ponía a favor de las personas que profesaban el mal, sino al contrario, luchaba contra ellos con sus armas de hombre.
El lento era una persona tranquila, como su propio nombre indica. Se dedicaba a observar a las personas y sus fallos y aciertos. No tenía prisa porque el tiempo pasara. Él vivía en su mundo, lejano de esta sociedad austera. Su lema era más vale tarde que malo. Es preferible esperar lo bueno, que conformarse con lo malo.
Da la coincidencia de que, estos tres personajes eran uno solo, una sola persona tenía esas tres cualidades. Unas más buenas, otras regulares, pero ninguna mala.
Era un hombre de bien que gustaba de la perfección de las personas en un mundo imperfecto.
                                                                                                 JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.

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