Implica ser leales a nuestras propias ideas, pero no a lo
primero que se nos viene a la mente, sino lo que nos dicta el corazón, que
siempre es bueno para tod@s. Esto parece fácil, pero no lo es, porque hacer lo
sencillo, es lo más fácil del mundo.
Sin embargo, hacer caso a lo que verdaderamente creemos, es
difícil, porque muchas veces no nos damos ni cuenta de que, la verdad existe y
actuamos como necios ante los problemas.
Muchas veces decimos: “voy a hacer esto” y lo que hacemos es
todo lo contrario. Y es que no nos damos cuenta, de que nos engañamos a
nosotros mismos, y eso no es de valientes, es de cobardes.
La vida puede ser tan sencilla como compleja, dependiendo de
lo que hagamos en ella. La mayoría de las personas son buenas, actúan
automáticamente, sin complicarse y todo les sale bien. Otros persiguen el
perfeccionismo y no dan pie con bola.
Todo es proponérselo y empezar, lo demás viene seguido y sin
darnos cuenta, somos valientes ante las adversidades, de cada día.
En los momentos difíciles, es cuando debemos sacar a flote
nuestra gallardía y, sin dudarlo, hacer eso que debemos hacer, con serenidad,
sin alterarnos, poniendo en nuestra boca y en nuestros actos, las palabras y
gestos, respectivamente, que procedan en cada momento.
En el trabajo, con la familia, con los amigos, hay que saber
cuándo debemos decir que si y cuando que no, ante una cuestión determinada.
Hombres y mujeres somos valientes, pero es más fácil negarse
a hacer, aquello que, por principios propios debemos realizar.
El miedo a que nos salga todo mal, nos hace desistir ante la
verdad, que se nos pone delante y que no debiéramos desechar.
Es verdad que no somos perfectos ni máquinas, por lo tanto,
muchas veces nos equivocamos.
Es cuestión de estar en el momento justo, en el lugar
adecuado.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.
No hay comentarios:
Publicar un comentario