Con el pasar de los días, me he dado cuenta de que soy un
poco más viejo, pero también más sabio. Por lo que no me pesan los años.
También tiene sus cosas malas. Ya no está uno tan ágil y tiene achaques de
enfermedades. Yo, particularmente, no me siento muy mal, a pesar de que soy
fumador y enfermo mental.
Con el pasar del tiempo, me he percatado que se vive más
intensamente, cuanto más mayor. No es que me alegre yo de tener ya mis añitos,
pero no los cambiaría por tener 20 y tener la experiencia que tenía entonces.
Asumo bien el saber que ya me quedan menos días en este mundo,
que ya no soy el ágil y alegre jovenzuelo, que tiene toda la vida por delante.
La juventud mira nada más que hacia delante. Los más mayores
y con el pasar de los años, a veces, echamos la vista atrás y nos acordamos, de
los planes que teníamos entonces. Yo esto lo llevo bien, será porque solo he
trabajado 14 o 15 años y mi cuerpo no está demasiado maltratado, o sea que no
sufro los efectos de toda una vida, 40 años o así, que de promedio han
trabajado nuestros mayores.
Con el pasar de los días, vivo con serenidad, sin miedo a que
pase el tiempo. Mi mayor pesar, es que mis padres están ya mayores y ya no me
pueden ayudar, como lo hacían hace 20 años.
Más bien, les tengo que ayudar yo a ellos, y me temo, que
esta ayuda no puede ser muy grande, como yo quisiera, debido todo ello a mi
enfermedad mental, que sufro hace 30 años.
Con el pasar del tiempo, a mí me gustaría, ser para ellos una
ayuda y no una carga, como tristemente estoy siendo.
Me estoy poniendo melancólico, y no es lo que pretendía
cuando empecé a escribir, sino todo lo contrario. O sea, dar ánimos a quien lea
estas letras, que sois mi mayor alegría.
Con el pasar de los días, escribo cada vez con mayor ilusión,
porque parece que mis escritos gustan a alguna gente.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.
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