El cariño es tan amplio, tan extenso y tan popular como el
planeta nuestro. Nos gusta dar amor a las personas, pero este cariño para ser
completo, debe ser correspondido. Caso contrario, crea en el amante un vacío
difícil de llenar.
Se aman las personas, pero también los animales. Y quién no
ha oído que fulanita le canta a sus flores. Eso es porque las ama. Esto último
es un poco extraño, pero es real. Les canta porque las plantas son seres vivos
y tienen sentimientos como los demás.
Por supuesto que el amor más grande es el de las personas y
dentro de ellas las parejas, con la consumación de dicho amor, con el acto
sexual, que debe ser para traer hijos al mundo, que bien necesitado está de
generaciones nuevas, por lo menos en los países más ricos.
También es amor el que se profesan los gais, lesbianas,
bisexuales y transexuales. Lo que no veo yo tan bien es que mantengan relaciones
sexuales. Eso lo veo como un vicio, como otro cualquiera.
Se quieren los niños, las personas mayores, los abuelos y lo
hacen jugando, saludándose y compartiendo su tiempo juntos.
Bien paseando, en casa, en el autobús, en el bar o donde
quiera que dos o más personas coinciden, se saludan y comparten vivencias, que
pueden ser la mar de agradables si son sinceras y se les pone un poquito de sal
a ese guiso que es la vida.
En el trabajo, podemos hacer más extenso nuestro cariño, con
los compañeros, clientes y amigos. De esta manera, viviremos más felices amando
todo el día. Por la calle paseando, si saludamos a los que se prestan a ello,
también podemos hacer más dichosa nuestra existencia, si cabe.
Vosotros diréis que soy un fanático. En cierta medida tenéis
razón, pero lo hago por el bien tuyo y mío, porque vivamos en concordia y
hagamos de esta vida, un paseo junto al mar, en una tarde preciosa y con un
fresquito envidiable.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.
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