La vida cotidiana, sin necesidad de correr aventuras, hace
viajes ni cosas extraordinarias, es fantástica. En el trabajo, con la familia,
con los amigos, allí donde te pudieras encontrar, la vida puede ser una
aventura, desde que naces hasta que eres abuelo.
De niños, jugando, podemos hacerla muy interesante,
importante, ya desde nuestros primeros días. Casi sin saber hablar, ya sabemos
lo que queremos, lo que nos gusta y lo que no nos gusta. Durante esta época,
juegan un papel muy importante los padres, con la educación que les dan a sus
hijos.
En el colegio, desde la guardería hasta que estudiamos una
carrera, son los profesores, junto con los padres, los que se encargan de que
sus hijos sean responsables, de que estos niñ@s, est@s hombres y mujeres,
reciban unos conocimientos técnicos, para que cada persona pueda ser lo que
quiera en su vida.
Todos estos momentos pueden ser apasionantes, importantes si
se viven por minutos y le dedicamos la atención que merece, la formación de la persona,
desde pequeñín hasta que se realizan los últimos estudios.
La cuestión es darle la importancia que tienen, a esos
pequeños, cada minuto, cada segundo (de estudio o de trabajo), porque es
nuestra vida y solo tenemos una y hemos de vivirla.
Cuidando nuestros hijos, la vida puede ser maravillosa, si
nos apegamos a la realidad, a la verdad. Debemos enseñarles y aprender de
ellos, porque, como suele decirse, solo los niños y los borrachos dicen la
verdad.
En el trabajo, podemos disfrutar a lo grande, si tenemos
vocación. No hacerlo solo por dinero, sino porque estamos contentos con lo que
hacemos. Debemos respetar y ser respetados, por nuestros compañeros y jefes.
Para eso debemos cumplir religiosamente con nuestro deber.
En vacaciones, aprovecharemos para disfrutar de las cosas que
más nos gustan. Veinte y cuatro horas al día durante treinta jornadas, para
hacer lo que nos dé la gana.
Hagas lo que hagas, pon el máximo interés en ello, tu vida
será más apasionante.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.
No hay comentarios:
Publicar un comentario