Hace pocos años, relativamente, que me di cuenta de que todos
los días parecen iguales, pero no lo son. Todo es cuestión de pintarte una
sonrisa en los labios, llenarte de optimismo y salir a la calle dispuest@ a
conquistar el mundo.
Parece que todo es malo y aburrido, pero no, tengo que
mirarlo bien y notaré, que hay cosas buenas y que todo es apasionante y un
tanto divertido. Tengo que reírme de mi mismo.
Está claro que hay momentos para estar serios, porque esta
vida los conlleva, pero ponle un poquito de sal a tu existir y sonríe, que las
lágrimas vienen solas.
Lo más serio puede ser ameno, si te lo tomas con filosofía,
que buena falta nos hace estar alegres, pletóricos, sonrientes y olvidar por
momentos los problemas, que yo comprendo que todos tenemos muchos, a cual más
malo y cruel.
Es cuestión de no pensar mucho en ellos, vivir y dejar vivir.
No meterse en las intimidades de los demás y darle a cada cosa la importancia
que tiene. No vale exagerar, ni en lo bueno ni en lo malo. Hay que dar a cada
cosa su punto de seriedad o de risa.
Hay que mirarse al espejo, cada mañana, y decir para si
mismo: hoy estoy un poco mejor que ayer y peor que mañana, saludar a los
nuestros y disponerse para echar un día lo más alegre posible. En el trabajo
pensar, que por algo nos pagan. Tenemos
que arrimar el hombro. En casa debemos
ser mediadores de disputas, que surgen en el seno de la familia.
Hace pocos años que vivo más feliz, a pesar de los pesares,
saco mis problemas adelante y procuro no ser un estorbo para mi familia y mis
amigos y conocidos.
“Es que tengo mala suerte”, diría un pesimista y es que la
suerte hay que salir a buscarla, no viene ella solita. Soy yo el que tiene que
echarle coraje y no rendirme a las primeras de cambio. Oye bien estas palabras
y te alegrarás.
JOSE´ANTONIO MÉRIDA.
No hay comentarios:
Publicar un comentario