Esto lo podríamos decir y pensar cada un@ de nosotr@s. Y es
que ninguna persona quiere ser dominada, ni debe ser tenida por menos que otra,
ya sea rica o pobre, niñ@ o ancian@, viva en la ciudad o en un humilde pueblo.
Cualquiera que lea estas líneas, podría pensar que yo soy muy
mío, mayor que los demás y no es así, yo quiero ser una persona y como tal
quiero ser respetada. A la vez espero ser respetuoso, con todos mis
conciudadanos. Que nadie me tenga que señalar con el dedo, diciendo que yo le he faltado el respeto a él u a
otra persona.
Para ello debo ser sencillo, humilde, respetuoso, ayudar al
desvalido, no ser arrogante, respetar y ser respetado y cumplir con mis
obligaciones en la vida.
Yo soy creyente en Dios, pero no debo menospreciar, al que
adora otros Dioses, es ateo o agnóstico. Tampoco debo tener por menos que yo a
los extranjeros, a los muy pobres, a los muy ricos, a los que tienen la piel de
otro color que yo, esencialmente a los negritos y a los que son de otras
etnias, como la gitana…
Hombres y mujeres, todos somos personas y debemos respetar y
ser respetados. Que no me gusta o no le gusto yo a él, pues no nos hablamos y
asunto resuelto.
No debiera darse el caso este, pero de da, en un mundo
egoísta, materialista e injusto, como en el que vivimos.
Debemos ser fuertes de carácter y físicamente si se puede,
pero estas fuerzas, no usarlas solo en bien propio, sino de los demás. Sobre
todo los necesitados física o moralmente.
No debemos ser sexistas y considerar al sexo contrario peor que
el propio. Respetar a gais, lesbianas, bisexuales y transexuales. Allá ell@s.
Es un tema polémico este y no quisiera que se
malinterpretaran mis palabras. Los que leéis mis escritos ya me conocéis. Yo
escribo lo que veo, lo que siento y, sencillamente, lo que me parece oportuno
en cada caso, que describo.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.
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