En España hay muchos pequeños pueblos que, o se han quedado
vacíos, o que tan solo viven unas cuantas personas en él. Esto es porque la
única fuente de ingresos que tienen es la agricultura y la gente joven estudia
y se va a la ciudad.
Es una pena porque en el pueblo se vive más tranquilo, sin
tanto ruido ni tantas prisas, pero la globalización hace que queden vacíos. No
hay comercios ni gasolineras ni ningún medio para sucistir.
Yo he visto alguno, en medio de la montaña, no era pequeño
precisamente, pero no vivía nadie. En la plaza había una fuente, donde cogimos
agua, pero todas las casas estaban cerradas, es un pueblo fantasma.
La mayoría de ellos son pequeños, en medio de la montaña y se
ven aislados cuando nieva y nadie quiere vivir así. La agricultura y la
ganadería son sus únicos medios de vida. No hay comercios, ni farmacia, ni
médico…
No les queda más remedio que emigrar a la ciudad, muy a pesar
suyo, que no quieren dejar vacías sus casas.
En verano, las alquilan a los turistas, que buscan la
tranquilidad del campo y a la vez dan un poco de vida a la aldea.
Desde la ciudad se trasladan al campo a cuidar sus cocechas y animales, único medio de
sucistencia que tienen y que no pueden perder.
Las casas quedan como almacen de aperos para el cuidado de
los animales y del campo.
Viven en la ciudad con sus hijos y nietos y los campos
tienden a desaparecer. Ya nadie quiere cuidarlos, entre otras cosas porque dan
poco provecho.
Los hijos han hecho su carrera, que no siempre está relacionada
con la agricultura y la ganadería.
Ya quisieran muchas personas de la ciudad vivir en algunos de
estos pueblos, con la tranquilidad que allí reina.
Con el tiempo se volverán a poblar, entre turistas y gente
tranquila.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.
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