Cazar es un deporte a extinguir por falta de piezas que
abatir. En terreno libre apenas las hay, en los cotos echan perdices de
criadero para que no se pierda la afición.
Las piezas más buscadas son la perdiz, el conejo y la liebre,
pero, como digo, hay pocos animales que cazar. También está el jabalí. Para
cada animal se necesita un tipo distinto de munición. Para el zorzal, plomo del
10, para la perdiz, el conejo y la liebre del 7 y para el jabalí, balas.
Yo tengo familiares y vecinos que son cazadores, pero cada
vez van quedando menos, porque no basta con tener escopeta y munición, hay que
tener licencia, seguro de accidente, pagar el coto de caza…
Yo mismo fui cazador, pero es un poco aburrido echarse al
monte, con la esperanza de abatir alguna pieza, que quizá no veas ninguna.
Tendría que pagar un coto y desplazarme donde este esté. En provincias de
Córdoba, Sevilla, fuera de Andalucía…Y todo esto cuesta dinero y esfuerzo.
Yo, de niño, cazaba pajaritos pequeños (cosa que ya está prohibida
por estar en peligro de extinción). Me iba por huertas y cañadas y armaba mis
trampas. Ponía como sebo aluhas, que son hormigas con alas.
Todos los días cogía unos cuantos, yo los desplumaba y mi
madre me los freía, acompañados de un huevo. Es una carne muy preciada, vamos
que está muy buena, tanto la los pajaritos como como la de animales más
grandes.
Hay que ser aficionado para ir de cacería, sino te aburres y
no disfrutas de la caminata por el campo, con perros que se necesitan para los
conejos y la paciencia que hay que tener para buscar las piezas.
La época de cazar es el otoño-invierno, pero existe lo que se
llama el desconeje, que es antes de que los conejos empiecen a padecer la
mixomatosis, enfermedad que contraen al final del verano a través de un virus
que echó un señor, cuando había muchos y se comían su cocecha.
Ya no me gusta cazar. Me da lástima matar a los pocos
animales que quedan
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.
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