Que vengo buscando la felicidad y no la encuentro por ninguna
parte. Será que la busco donde no está y me esquiva cuando voy a aparecer. Será
que no doy una en el clavo.
Resulta que yo deseo que venga a mí, pero ella va por otro sendero,
que no es el que yo tomo. Hace tiempo que no soy feliz. Quizá es que no hago lo
que debiera.
La felicidad está dentro de cada persona y se manifiesta en
el caminar de esta. Si no es feliz por algo ha de ser.
Yo busco el camino que me lleve a una vida mejor, menos
rencorosa, más moralista, menos envidiosa, más dadivosa, con menos espinas y
más flores. En definitiva, más realista, menos buscadora de rencillas y con más
amor en sus entrañas.
Pero no la encuentro, por más que busco y es que este mundo tiene
dos pares de costales. Cuando menos te lo esperas te la dan, por delante y por
detrás y no te das ni cuenta que te la están dando con queso, cuando lo que yo
busco es amor, solo amor.
Hace tiempo que cuando cuento cosas inenarrables, para todo
el público que las quiera leer, pero parece que no llega lo suficiente a las
personas, que yo trato de aconsejar, o que no soy lo suficiente elocuente para
llegar al corazón de dichas personas.
Hace tiempo, mucho tiempo que me dedico exclusivamente a velar
por los que posiblemente, puedan necesitar un buen consejo.
No soy yo mayor que tú, pero tengo mucha vida vivida y en
circunstancias muy desagradables como para no saber mucho de este tiempo.
Tiempo de dichas y desdichas para la gente de este mundo, que mira con recelo
lo que pasa a su alrededor.
Cuento historias del mundo y de sus gentes, de sus cosas, de
sus problemas, de sus ires y devenires, todo con la misma idea: llegar al
corazón de mis lectores y ablandárselo.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.
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