Como la casa de uno, no hay nada. Nos gusta salir, pasearnos,
trabajar, ir de compras…Pero al final de ello, lo que en verdad nos gusta es
volver a casa.
En ella comemos, nos aseamos, nos relacionamos con nuestros
seres más queridos, dormimos, vemos la televisión.
En el hogar realizamos nuestros asuntos más íntimos, como ir
al baño, orinar, nos peinamos, hacemos planes para el futuro próximo, recogemos
la correspondencia, nos afeitamos y algunos como yo, nos pelamos, descansamos y
nos preparamos para una nueva jornada.
Como el calor de casa,
de nuestros familiares, nuestros padres, hermanos, hijos y demás familia, no
hay nada.
Hogar dulce hogar, se suele decir, porque es donde nos
sentimos más libres, más queridos y a la vez damos nuestro cariño a los
miembros de la casa.
Como en nuestra cama no descansamos en ningún lugar. Después
de un rato de sofá, viendo la televisión, nos vamos a la cama y dulces sueños
para todos.
Yo soy el primero que me levanto de mi casa, me aseo,
desayuno y más tarde, cuando llega la hora, llamo a mis padres, siempre un poco
perezosos a levantarse, sobre todo mi madre.
Cuando ellos se levantan, yo les tengo preparado el baño,
para que se aseen. Primero mi padre, luego mi madre y mi hermano se levanta
cuando le parece.
Aunque no sea una gran casa, es la mejor del mundo.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.
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