Ocurre cuando quedamos en evidencia, por haber hecho algo que
no es muy normal de ver. Si para nosotros es normal, no debemos tener reparo en
hacerlo.
Cada persona es de distinta opinión, lo que quiere decir que,
puede parecerle dantesco lo que hace otra, y aquella puede creer que es de lo
más normal en una situación dada.
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No debemos tener miedo a quedar en ridículo, si lo que
hacemos entra dentro de la más llena normalidad, a nuestros ojos y estamos
acostumbrados a hacerlo.
El que verdaderamente hace el ridículo, es el que se burla
del prójimo, por pensar que este hace una cosa que se sale de la normalidad,
que está por definir.
En este mundo que vivimos, cada cual decide lo que es feo o
bonito, sin ofender a nadie y puede, por tanto, hacer lo que le parezca bien,
sin temor a caer en la ridiculez.
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Estamos acostumbrados a criticar a los demás, sin darnos
cuenta de que, el que ”se sube a la parra” es el primero que se sale de lo que
mandan los cánones.
Las personas apocadas y las sencillas, son las primeras que
gastan sumo cuidado, en caer en el ridículo. Lo suyo sería ayudarles a levantar
el ánimo y no lo contrario.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA JUÁREZ.
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