Yo, como todos los creyentes, tenemos dos padres, nuestro
padre carnal y nuestro Padre Espiritual, el Señor Dios que desde el Cielo nos
vigila. Ambos nos cuidan según sus posibilidades.
Nuestro padre terrenal nos cuida y mima, se ocupa de que no
nos falte nada material, ayudado por nuestra madre. Los dos nos aconsejan sobre
lo que debemos y no debemos hacer.
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A nuestro padre y nuestra madre debemos respetar, cuando
somos niños. Más tarde, en la pubertad, solemos volvernos rebeldes y no hacemos
caso de nada ni de nadie.
Cuando somos adultos, nos independizaremos e iremos a vivir a
otra casa, con nuestra compañera o esposa. Todo esto agrada a nuestro Padre del
Cielo.
Padre y madre son dignos de elogio, porque nos cuidan desde
que nacemos y siempre hablamos con ellos. Nos quieren bien y deberíamos
hacerles caso por lo que son.
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Nuestro Padre del Cielo es digno de adoración, porque es algo
mas que justo, es Bueno. Nos da libertad, siempre que no nos revelemos contra
Él.
A nuestros padres terrenales, los vemos con los ojos de la
cara, sin embargo a nuestro Padre del Cielo solo podemos verle con los ojos del
corazón.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA JUÁREZ.
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