LÁGRIMAS SECAS
17-10-2021
Había una vez un hombre que de tanto llorar, la fuente de sus
ojos se había secado. Era tanto el llanto que había sufrido durante su larga vida
que las lágrimas se le habían agotado.
Había sufrido tantas desavenencias en esta vida, que había
agotado la fuente de sus lágrimas. Lloraba con facilidad por cualquier contratiempo
que tuviese.
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Era un hombre muy delicado y por cualquier cosa se hartaba de
llorar. No aguantaba las injusticias de esta vida y, por nada, a llorar que te
crio.
Un buen día lloró una lagaña, porque como digo no quedaba
líquido en la fuente de sus lágrimas, se había secado de tanto llorar y llorar.
Por lo más mínimo arrancaba a llorar desconsolado y no había
forma de consolar su pena. Era un llorón, pero con razón, porque todos los
proyectos que emprendía le salían mal.
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Se echó una novia y su pena no podía ser mayor, porque esta
le era infiel sin consideración, incluso delante de su persona mismo. Su sufrir
no tenía fin.
Sus padres le querían, pero su amor no era suficiente para
llenar su vida de alegría. Él quería casarse con una mujer buena y que le diera
hijos en abundancia.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA JUÁREZ
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