Son todos nuestros mayores. Esos que, despectivamente,
llamamos “abuelos”, porque están cargados de años, tiene enfermedades y, a
veces, tienen manías. Manías que no sabemos sobrellevar porque no estamos en su
lugar.
Son un tesoro porque tienen en sí la sabiduría, que le da la
experiencia que les da tantos años vividos, de tantas situaciones en que se han
visto envueltos.
Ya se sabe que en su época no había ordenadores, ni en
general nuevas tecnologías, pero las vivencias son las mismas siempre. Los
amores y desamores, la mentira y la verdad, la lealtad y lo contrario, la razón
y la sin razón…
Debemos cuidarles al máximo, no solo porque sean nuestros
padres o abuelos, sino por lo que valen, por lo que han trabajado y sufrido para
criar, sin medios a sus hijos.
Si te dan un consejo, síguelo, que ese o esa que a veces dice
cosas difíciles de entender, sabe mucho, ha pasado por muchas situaciones que,
como he dicho son similares a las nuestras.
Tenles apego, no los abandones que ellos no lo han hacho
contigo. Han trabajado duro para que nosotros pudiésemos comer, aunque ellos se
quedaran con hambre.
Hazle un hueco en tu corazón y ten presente siempre sus
consejos, que son sabios, lo que no quiere decir que las nuevas generaciones sean
poco inteligentes. No es esa mi idea.
Debemos tenerles cariño por lo que han sido y lo que son.
Ahora que están próximos al fin de sus días, que se sientan acompañados
queridos y mimados, porque son como niños, se lo merecen.
Si viven solos, ve a visitarlos, cuantas más veces mejor. Si
vives con ellos trata de sobrellevarlos y quererlos. Veraz que dulces son.
Ellos nos han cuidado, cuidémolos nosotros ahora a ellos.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.
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