…Suyo que su dolor, no lo digo yo, lo dijo un afamado
escritor. Y que razón tenía, cuando a un@ le duele algo, sea lo que sea, es
para él/ella, a nadie se lo puede traspasar. Se quejará, los demás sentirán
congoja, pero dicho dolor es solo para él/ella.
Todas las cosas materiales se pueden compartir, desde unas
zapatillas a un mueble de cocina, pasando por una chaqueta o una silla, pero si
yo tengo un dolor de muelas, ese es solo para mí. La solución es ir al dentista
y arreglártela, o si no tiene solución, sacártela.
Por estas cosas yo siento pena de las personas mayores que,
por lo general, siempre se quejan de algún dolor.
Yo pongo por ejemplo a mis padres. Mi padre adolece del
corazón, de los pulmones y no te digo nada de los huesos.
Mi madre se queja de todos los huesos, habidos y por haber,
también sufre de los pulmones, tiene alergia, le lloran los ojos y tiene un pie
torcido.
Se lo rompió cuando tenía cinco años y no fue al hospital, ya
que vivían en el campo y no tenían medios.
Se lo vendaron en casa como mejor pudieron. Por lo tanto no
le viene bien ningún calzado. Loa dobla hacia la derecha y anda coja a más no
poder.
A mí me gustaría poner remedio a todos estos males, pero la
única solución humana son pastillas y cremas para los dolores.
Me imagino que todos los mayores que rondan los setenta u
ochenta años, les pasan cosa parecidas, lo que les impide una vida digna.
Como podéis ver hay males para todos. Unos sufren de una cosa
y otros de otra y así. Alguno no tiene dientes suyos, sino postizos (si es que
se los puede pagar), otro tiene migrañas, a otro le falta una pierna, otro está
ciego o casi, otro no oye bien…
Males todos ellos que se van acumulando en las personas, por
lo general, más cuanto más edad.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.
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