miércoles, 27 de febrero de 2019

UN MUNDO DE PAPEL


Es este mundo en que vivimos. Es, ni más ni menos, como nosotros queremos que sea. No podemos echarle la culpa a nadie. Somos casi completamente libres de hacer lo que mejor nos parece.
Nos quejamos de que todo va mal. Que no hay trabajo y el que hay está mal pagado y es precario, que la economía va mal, que estamos estresados, que tenemos que trabajar mucho…
Y ¿Quién tiene la culpa de todo esto? Pues nosotros mismos, porque queremos mejorar y vivir económicamente mejor. Si ya con el trabajo que tenemos nos sobra tarea. Si quiero ganar más, tendré que trabajar más y no es eso lo que queremos. Deseamos ganar más y trabajar menos y eso no es prácticamente viable.
Cada cual ha de buscar lo que mejor le conviene y no quejarse tanto del trabajo, de la empresa y de los políticos.
Y en cuestiones morales, andamos mal, muy mal. Somos amigos de los que nos convienen, del que está peor que yo económicamente, no queremos saber nada de él. Eso no es un mundo fuerte, es de papel. Fuerte sería si nos conformáramos con trabajar lo suficiente para comer y vivir.
 Pero esto no es así, somos ambiciosos de cosas materiales, que no hacen la felicidad.
Yo le pediría a mi empresa que me diera condiciones buenas de trabajo y no que me subiera el sueldo. Luego nos quejamos de que tenemos que trabajar mucho y en malas condiciones.
Yo le pido al mundo el no tener que ir corriendo siempre, con prisa y sin poder llevar lo que yo llamo una vida normal.
Esta que tenemos es una vida acelerada, sin tiempo, nada más para lo imprescindible.
Necesitamos cambiar el mundo de papel por uno de acero, incorruptible, duro y menos falso.
Pregúntale a tu padre o a tu abuelo cómo debería ser el mundo.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.

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