En realidad se llama Salvador, pero yo por equivocación le
llamé por Rafa y desde entonces se quedó con el sobrenombre de Rafa. Es buena
persona, educado, le gustan las cosas bien hechas, se entrega a su trabajo y lo
hace a conciencia.
Rafa es nuestro monitor, mientras que no está Óscar. Ya mismo
se va. Es médico de profesión, pero creo que le falta algo para terminar la
carrera.
Rafa es amable, se interesa por nosotros y si puede darnos
algo, nos lo da. Con su sonrisa y su cariño, tiene medio Cielo ganado.
Yo no tengo monitor favorito, pero si Óscar faltase, optaría por Rafa. Uno y
otro tienen distinta forma de ser, pero son muy buenos los dos. Todavía hay
personas buenas y algunas de ellas pasan por el Club de Al-Farala.
Si el Cielo y la Tierra se juntasen un día, espero que aquel
no se olvide de los enfermos mentales, que no somos otra cosa que personas que
no se adaptan a los cánones de esta sociedad, austera con los que no son afines
a ella.
Mi amigo Rafa es un currante por todo lo alto. Se entrega a
su tarea como ninguno y no le asusta el trabajo. Siempre tiene alguna palabra
agradable para nosotros, por eso le queremos y no deseamos que se vaya.
Mi amigo Rafa siempre está dispuesto a hacernos un favor, si
su tarea se lo permite. Le puedes consultar, en confianza, sobre cualquier tema
que se te ofrezca, que él, si puede, te solucionará la papeleta.
Para terminar, Salva, te deseo, que por donde quiera que
vayas, la buena suerte te acompañe. Que la dicha sea contigo como la arena al
mar. Que la vida sea para ti, como un paseo por la playa en un día de calma.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.
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