Es aquel que se gana la vida con el esfuerzo de sus propias
manos, de su propio cuerpo. Ya sea hombre o mujer y desde trabajar en la
construcción a ser limpiadora, llevan su tarea adelante, por vivir un poco
mejor.
Hay currantes de altura, como pueden ser los que tienen
carrera y los que hacen lo que han aprendido en su vida, como albañiles, electricistas,
yeseros, camioneros, dependientes y toda clase de oficios.
Cada uno buscamos en la vida nuestro mejor bienestar y eso
pasa por tener que trabajar. Existe otro mundo donde el trabajar no cuesta
trabajo y tienes todas tus necesidades cubiertas sobradamente. ¿Dónde? En el
Cielo, que nadie ve porque sus ojos se han cerrado para que no puedan ver el
camino, la verdad y la vida que es Jesús de Nazaret.
Pido todos los días a mi Dios que abra vuestros ojos y podáis
ver lo que nos espera después de estos días en la tierra, que no es sino un
camino de paso hacia el cielo, que nos espera con ansiedad y que es celoso de
nuestros pasos aquí, en el mundo.
Deseo que tu trabajo esté encaminado a dar un servicio a tus
prójimos y no solo a ganar dinero. De todo quiere Dios un poco, pero no para
enriquecernos y derrochar lo que otros necesitan para comer y vivir.
Piensa en el que está detrás de ti y no en el que está
delante. Este tiene de todo y sobrado, aquel quizá necesita un trozo de pan.
Viste tu mundo de color dando una limosna, por ejemplo, o
saludando a ese viejecito, que tanto lo necesita.
Cásate con una mujer bella y buena y ten hijos, que colmarán
tus días de alegría y buen hacer.
Que el currante no deje nunca de serlo. Desde niño a anciano
y que brille su luz como los rayos del sol.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.
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