Empieza cuando nacemos, sin saber porqué y nos lleva por la
vida, inciertamente, sin saber cuándo vamos a terminar. No es que yo quiera
morir, pero se hace pesado el día. Ahora frío, ahora calor. Quién sabe dónde iremos
a parar.
De flor en flor, como las abejas, andamos deambulando, por
este mundo incierto y que nos ofrece verdad a medias. No sentimos al nacer,
sufrimos al morir y nos olvidamos de vivir. Vaya plan, que me lo expliquen, que
no me he enterado.
Esta vida es como te la tomes. Si te la tomas en serio,
rabias, si te la tomas en broma, no sabes qué hacer. Si disfrutas es señal de
que te lo tomas bien y no sufres.
Es verdad que todo está puesto para nosotros, pero que
trabajito cuesta llevar el día a día. El que quiera que diga que es feliz, yo
lo veo relativo, porque para un gusto que te llevas, cuantos disgustos te
esperan a la vuelta de la esquina, como si fuese un guerrero armado a capa y
espada, que te herirá de muerte si te descuidas.
Seamos positivos y pensemos que esto no es nada respecto a lo
que nos espera en el Cielo. Pero eso ¿cuándo?, porque yo lucho día a día por
ganármelo y no lo consigo. Será que mi lucha es incierta y que trabajo en balde
y sin recompensa.
El día amanece cada mañana, el niño llora por un mundo mejor.
Acaso hacemos lo suficiente, seguramente que no.
Ya es bueno nuestro Dios, manteniéndonos vivos. Quizá
deberíamos luchar más por nuestro maestro, Jesús de Nazaret, que murió por
nosotros en la cruz cuando tan solo tenía treinta y tres añitos.
Que la luz del día alumbre cada mañana y seamos un poco mejor
para alcanzar un mundo mejor, lleno de alegrías, si penas, que nos alegren.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.
No hay comentarios:
Publicar un comentario