Obligada, porque estos sitios no son agradables para nadie.
El motivo que me lleva hasta allí es que a un primo hermano mío lo han operado,
para quitarle unos clavos que le habían puesto (hace tiempo ya) y resulta que
se habían salido de su sitio y le molestaban.
Hace tiempo que viene quejándose de esa dolencia y tenía y
tiene que andar con muletas. Él, mi primo, vive solo y se las tiene que
arreglar como puede. Le vienen a limpiar la casa y le traen la comida, pero
cuando tiene que ir al médico, alguna revisión o algo, se ve negro. Sus
hermanos y hermanas le ayudan, pero está solo en la casa.
Debe ser triste el no poder, siquiera, salir a dar un paseo
por las mañanas o cuando se va el sol. Él se entretiene con el móvil, con la
música y con un televisor que le regaló su sobrino, primo segundo mío.
El desayuno se lo tiene que hacer él, ya que no hay nadie que
lo asista. El almuerzo, se lo traen. La cena no sé cómo se las organiza. Cuando
le hace falta comprar pan o leche tiene que bajar a la tienda, haciendo un gran
esfuerzo ya que vive en un segundo sin ascensor. Dice que como no tiene prisa,
le da igual, sin embargo se puede caer por las escaleras, que están en malas
condiciones.
La familia podemos ir a verlo, pero la mayoría del tiempo se
lo pasa en el piso solo e inasistido. Deberían ponerle alguien que le ayudase,
durante el día, a sus tareas. Para acompañarlo al médico, hacerle la compra,
para ponerle delante la comida y para muchas cosas más que puede necesitar un
dependiente.
Él se lo toma con filosofía y vive feliz con sus males y no
se agobia. Le gusta, como no, que vayamos a visitarle y charlar un rato con él.
Yo voy de tarde en tarde y echamos un ratito bueno allí, en su casa.
Desayunamos juntos, yo me fumo unos cigarrillos con él que me trata como a un
hermano.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA
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