Es el “vehículo” más vulnerable de la vía pública. Por eso
los coches, motos y bicicletas tienen que gastar cuidado con él. En un
accidente no tiene defensa alguna. Todos los golpes van para él mismo y no
tiene ningún seguro que lo defienda.
Es verdad que, últimamente, se han construido en las ciudades
aceras anchas y calles peatonales, pero no son suficientes, si tenemos en
cuenta que las compartimos con las bicicletas, que también pueden hacer daño al
viandante, que transita por las calles.
Son pocas las aceras, los pasos de cebra, la conservación de
estos y el construir carriles bici, pues ello ayuda al peatón a andar arriba y
abajo.
También hay que tener en cuenta que en las grandes aceras,
los bares instalan sus terrazas, con sus mesas y sus sillas, que restan al
peatón lugar para transitar de compras, de paseo o de paso por nuestras calles.
Yo soy peatón, pero he sido conductor y sé que cuando se va
al volante de un potente coche, los peatones son lo de menos y esto no debe ser
así, se deben respetar los derechos de las personas de a pié, sobre todo en los
pasos peatonales.
El derecho a circular es el mismo para un peatón, que para un
coche, camión, motocicleta o bicicleta y estos deben respetar a una persona,
sobre todo a los mayores, que cruzan una vía con idea de seguir su caminar
hacia su destino.
En un accidente, un coche choca contra otro y se hace un
bollo, pero nada más. Si el implicado es un coche y un peatón, el coche ni se
bolla siquiera y el peatón se hiere o incluso pueden quedarle secuelas, como
quedarse cojo.
Por eso toda precaución al volante es poca a la hora de
conducir.
No debemos olvidar que en la calle también hay peatones.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.
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