Tengo que decir que es un bien que debemos administrar
correctamente. Hay que gastarlo, pero en las cosas que hacen más falta. Muchas
veces vemos una cosa que nos entra por el ojo, pero debemos preguntarnos si
realmente nos hace falta, porque puede ser que no nos sirva para nada y acabe
en la basura.
Sin ir más lejos, el otro día, me encontré un juego de dominó
junto a las cubetas de la basura. A mí me vino bien, porque estaba
completamente nuevo y el que tiene mi padre tiene una ficha que se conoce. Ayer
lo estrenamos y, raramente, le gané a mi padre.
Volviendo al dinero, deberíamos gastarlo sin derrochar, pero
sin miedo, porque sinó no saldremos de
la crisis en la que estamos sumidos en España, desde hace años. Son las clases
medias, como siempre, las que se tienen que rascar el bolsillo. Si no es así,
cada vez la crisis será mayor.
Los ricos ricos tienen para todo y no les afecta la crisis y
en estos tiempos no se arriesgan a invertir y por tanto no se crea empleo. Y
así empiezan a ir las cosas mal.
Entonces entran en juego los pobres que, como siempre, tienen
que salvar al país con su poquito dinero. Para ello tenemos que olvidar la
crisis y hacer reformas en nuestras viviendas, por ejemplo. Poniendo un granito
de arena construiremos la montaña que es un país.
Es difícil, pero no imposible, es cuestión de armarse de
valor, perder el miedo al futuro y pensar más en el presente.
Antes de existir el vil metal existía el cambismo: un hombre
tiene trigo y otro corderos (por ejemplo). Siendo así, se ponen de acuerdo y
cambian un tanto de trigo por un cordero y de esta forma hacen el apaño los
dos.
Por último decir que el dinero es mal consejero. Es
imprescindible en esta sociedad, pero tengamos el suficiente, en cada caso,
para vivir.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.
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