Son el medio humano, más importante, para entendernos con los
demás. Pueden ser agradables o desagradables. Son mejores, opbviamente, las
primeras. Con ellas podemos decir todo lo que queremos, desde pedir lo que
queremos hasta mostrar nuestro enfado, pasando por el deseo de comer o beber
algo. Como dice la canción hay palabras que hieren y no se deben decir. Más
vale estar callado que meter la pata.
Que nuestras palabras sean de halago para nuestros oponentes,
que no salga palabra fea por nuestra boca. Si tenemos algo feo que reprochar a
nuestro contrario, que sea amablemente, con diligencia, comedidamente.
Que nuestras palabras sean siempre para ayudar al prójimo, no
para hundirle. Si no se está de acuerdo con él, decírselo, pero
aristocráticamente, sin tacos y respetando la persona tal cual es.
Que digan de ti las gentes: “que educado es”. Este es un
piropo que engrandecerá tu alma. Vale más parecer tonto, que ofender a otra
persona. Las habladurías son mal camino para aquella.
Poderoso caballero, no don dinero, sino don modesto, porque
la sencillez agranda el espíritu de la persona, la hace más sabia, la hace más
buena, le hace tener una visión más sencilla de la vida, le hace tener más y más buenos amigos.
Que tu palabra sea inspirada por lo Divino (cualesquiera que
sean tus creencias), que siempre te guiará por buenos caminos. Tus palabras
serán bonitas y llenas de sabiduría. Aunque parezca mentira te hará que no
caigas o que salgas de vicios como el tabaco, el alcohol, las drogas, el café.
Tu palabra es un canto a la alegría. Tus amigos te alegrarán
de verte, tú familia te tendrá en un pedestal, siendo todos tus amigos del
alma.
Anda corre, ríe, que tu verdadera fortuna está por llegar.
Grande es el mundo y grande es LA PALABRA.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.
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