martes, 24 de octubre de 2017

JUAN

Es mi amigo desde hace muchos años. Nos conocimos en el psiquiátrico y allí empezó nuestra amistad. Después él estaba en el antiguo Piyayo y yo vivo con mis padres.
Más tarde a él lo trasladaron a una casa hogar. Todos los domingos nos veíamos y nos tomábamos algo, mientras charlábamos. Vivía con dos compañeros, Álvaro y José. Yo iba a su casa, donde me acogían con cariño. Luego bajábamos al bar y nos tomábamos un zumo de naranja. Una semana pagaba él y otra yo. Nos fumábamos unos cigarritos y nos despedíamos hasta el domingo siguiente.
Juan es muy bueno por las buenas, pero si se irrita tiene malas pulgas. Yo pocas veces he discutido con él, porque es un pedazo de pan. Por los debatares de la vida, dejamos de vernos y me fui los domingos con mi amigo Pepe.
Ahora Juan se ha jubilado, ha cumplido los sesenta años y se ha ido a una residencia, en Marbella, más cerca de su madre. Su padre, tristemente, murió hace un año o así.
Desde allí me llama casi todos los días y me cuenta que aquello es aburrido, que está en una  urbanización donde no hay tiendas ni bares apenas. Allí no tiene nada que hacer, tan solo cuidarse a sí mismo.
Él tiene la esperanza de que su mamá lo acoja pronto y se vaya a vivir con ella.
Su madre es extranjera, Suiza concretamente. Juan me ha prometido que, cuando venga a Málaga, nos citaremos y pasaremos un buen rato juntos. Ardo en deseos de que llegue ese día, pues hace meses que no nos vemos.
La palabra AMISTAD es muy grande. Surge cuando dos o más personas se juntan para hacer cosas en común y Juan y yo tenemos muchas cosas que hacer y que contar.

JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.

No hay comentarios:

Publicar un comentario