martes, 19 de junio de 2018

RAFA S. Y ELENA


Son nuestros monitores de Crecimiento Personal. A Rafa lo conozco desde hace muchos años. Elena nos visita desde hace poco, relativamente. Yo, hasta ayer había hablado poco con Rafa. Tuve la oportunidad y ayer me senté a hablar con el grupo.
A Rafa le gustó mucho mi artículo La luz de la mente y sobre él, entre otras cosas, estuvimos hablando. Él comprendía, a medias, lo que yo quería decir y se lo comenté, que había algo en lo que no estábamos de acuerdo, pero que no sabía decirle qué cosa era. Ya sé lo que nos diferencia, que es lisa y llanamente amor. Yo hago las cosas por amor él no sé por qué las hace. Tal vez, por dinero y este es muy mal consejero.
Yo escribo con el corazón en la pluma y él da su sesión, no solo por dinero, sino queriendo enseñar y aprender de nosotros, la sabiduría. Nosotros somos sus pupilos.
Rafa es muy inteligente, pero le falta el ancho de un pelo para hacer las cosas bordadas.
El jueves que viene, si tengo la oportunidad, me pondré con ellos a ver si Rafa comprende que es ese pelo, que le falta para estar en todo de acuerdo conmigo.
No es que yo tenga algo especial, él sabe mucho de esta vida y tiene mucha experiencia, estudios y vivencias, que yo no tengo.
No es que yo sea el único que sabe amar, pero lo hago de otra manera, inexplicable con palabras y que solo se puede entender con el corazón, o el alma, como queramos llamarle.
Quizá Elena sepa lo que yo quiero decir, por aquello de 6º sentido de las féminas.
 Yo escribo con la esperanza de que al menos una persona pueda comprender lo que yo quiero decir.
Rafa S. está muy cerca de coger ese hilo, pero yo no tengo palabras para explicarle de qué va el tema.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.

EL LEÑADOR


Era un buen hombre que se dedicaba a talar árboles del bosque. Eso sí, por cada árbol que cortaba, plantaba tres. Ya tendrían que aprender los pirómanos, que queman los bosques por gusto o por razones comerciales, de este buen hombre.
Se ganaba la vida con la madera que cortaba del bosque, que después se llevaría un camión para hacer muebles y, con los restos, papel. Aquí no se tira nada, que vivimos en un planeta desforestado, provocados por la mano del hombre (los más) y por fenómenos fortuitos (rayos sobre todo).
Vivía este hombre en el campo, que era su forma de subsistencia. Tenía mujer y tres hijos, dos niñas y un niño, que ayudaban a su padre en sus tareas. Sobre todo en un huerto que tenían en un claro del bosque. Este daba fruta y verduras para toda la familia.
Su mujer se dedicaba a las tareas del hogar y a cuidar de una pequeña granja que tenían, que ayudaba también a la economía familiar. Tenían gallinas, pollos, conejos y un gallo, que cada mañana, alegre cantaba, como si de un despertador se tratase.
 Los niños iban al colegio, que no estaba lejos, para prepararse para la vida actual. La mayor quería ser filóloga inglesa, el segundo, abogado y la menor quería ser maestra de primaria.
La vida transcurría apacible en el bosque, lejos del mundanal ruido y la contaminación de la ciudad. Toda la familia estaba unida y se ayudaban mutuamente. Es como un sueño, donde todo transcurre felizmente y sin altercados familiares. La paz reinaba en aquella casa.
Nada tiene que ver este hogar de cuento, con la gran ciudad, donde todo es prisa, ruido de coches y malas formas de la gente que en ella viven.
Nuestra granja era cosa aparte y el leñador y su familia vivían felizmente en la pasividad del campo. Aunque parezca mentira, aún quedan sitios así. Cada vez menos, por desgracia. A mucha gente le gustaría vivir en un sitio similar, pero con un coche en la puerta.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.

RICOS Y POBRES


Siempre los ha habido y los habrá. Los ricos cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres, en este paneta tierra globalizado en el que vivimos.

No tengo yo nada en contra de los ricos, sino al contrario. Por ejemplo, al cruzar un peatón un paso para tales, si viene un tío con un cochazo, es más fácil que lo deje pasar, que si es un cochecito viejo y pequeño. Si además el peatón le da las gracias con la mano, de la misma manera que antes, es más probable que se las conteste, que si es un conductor de una birria de coche. En definitiva, que tienen más cortesía que los pobres.

De todas formas, en todos los sitios hay de todo, algunos pobres son muy agradecidos, corteses y serviciales. También depende de la edad. La juventud es más loca y menos respetuosa, por regla general y según cada caso.

Todos somos personas y, por tanto, tenemos fallos. Muchas veces, nos cuidamos de pequeñeces y no hacemos el bien cuando verdaderamente hace falta. Hay que tener cuidado de no cometer fallos demasiado grandes.  No cuesta trabajo ni dinero ayudar a una persona que lo necesita.

La alegría y la satisfación personal residen en cumplir con nuestros deberes y derechos, que nuestra conciencia nos los dicta y que, como digo, no cuesta nada hacerlos. Ricos y pobres podemos echar una mano a esa persona que lo necesita, en cualquier momento inesperado. Es ahí cuando debemos hacer ese pequeño favor, a ese viejecito que cruza la calle, desorientado, a esa señora que va cargada, a esa persona mayor, en el bus, cederle el asiento.

Que no falten nunca esos jóvenes, valientes, dispuestos a ayudar, que los hay a montones.

A todos nos gustaría ser ricos y estar hartos y sobrados de todo. Pero no es el dinero tan bonito como lo pintan y sobre todo no trae la felicidad, sino más bien lo contrario.

Con tener para ir tirando, es suficiente. Dejaríamos, de esta manera un poco para los demás.
JOSE ÁNTONIO MÉRIDA.

MANCHAS EN LA PIEL


Hay de muchas clases, tamaños e incluso colores. Las llamadas “pecas” son unas manchas que tienen algunas personas por la cara e incluso por todo el cuerpo. Son redondas, del tamaño de una lenteja y se dice que afean a la persona que las tiene. Depende como se lo tome esta, porque una jovencita pecosa, es agradable al ojo humano.
Hay manchas llamadas “antojos” que, según se dice, son frutas u otras comidas que se le han antojado a la madre del que las lleva, cuando estaba embarazada. Según las creencias, después de ver la comida que esa madre tanto deseó y no la comió, la noche siguiente, donde se pusiera la mano una vez dormida, ya sea en el brazo, pierna, cara…justamente allí le saldrá al bebé, cuando su madre dé a luz, la citada mancha que se parece a la comida que esta mujer anheló grandemente. La mancha se parece, por ejemplo, a una loncha de jamón, una fruta o cualquier comida.
Se dice, en el caso de las frutas, que cuando estas están maduras, la mancha de ese bebé o ya persona mayor, se pone del color de la fruta en cuestión. Algunas incluso tienen volumen. Curioso, sin duda.
Parece increíble, pero tiene un tanto bueno de razón. Yo he visto algunos antojos y realmente parecen lo que la gente dice.
Hay otras manchas como lunares, verrugas, que sientan bien los primeros y afean las segundas.
Un vecino mío tenía manchado todo el cuerpo. Un día le pregunté que si se había quemado, porque es lo que parecía. Me contestó que le habían salido así por las buenas. Me quedé perplejo.
Me parecía extraño, porque tenía la cara y el cuerpo de dos colores distintos
También están las espinillas, que salen a los adolescente y que son rojizas y con pus amarilla. Estas desaparecen, si el chaval o chavala no se las revienta cuando están ya grandes.
Yo lo sé por experiencia. Yo tenía muchas de ellas y me las reventaba y en su lugar queda un hoyito, que no hubiera quedado si no lo hubiera hecho.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.

UNA DUCHA POR LA MAÑANA


Sienta estupendamente bien. En invierno hace frío, pero una vez que te has secado, este se te quita. En verano si que sienta bien, con el agua fresquita. En esta estación del año no conviene exagerar, porque si te duchas cada vez que estrás sudado, lo haces veinte veces al día.
Yo me ducho por las mañanas, porque no trabajo, estoy jubilado. Cuando trabajaba, me duchaba al venir del trabajo, fuese la hora que fuese.
He tenido varios trabajos, el primero, vender dulces ambulantemente, luego de camarero, hortelano, en la construcción, repartidor de paquetería, chófer de menos a más tonelaje y por último en la EMT de Málaga, de agente único.
Volvamos a las duchas: en verano, si nos duchamos cada vez que nos apetece, nos iban a salir camas de rana y se nos iba a desgastar la piel, además, esta se reseca, Por lo que hay que hacerlo con moderación.
De los que no trabajan hay gustos para todos: a unos les gusta el agua por la mañana. Otros a media mañana, otros lo hacen al medio día, algunos por las tardes y muchos por las noches, para dormir relajados y limpios toda la noche, en invierno. En verano nos levantamos a ducharnos a media noche del bochorno tan grande que hace, sobre todo cuando corre viento del terral.
Digo yo esto, siendo friolero, máxime los que son calurosos. Estos van de manga corta, cuando yo voy de larga y con camiseta. Como mi amigo Pepe, que dice que este verano va adormir en bañera, con  champú, esponja y patito de goma incluidos. Es broma.
Cada uno se baña cuando le da la gana y hace bien. Si lo hace muchas veces, desperdicia mucha agua y si pocas, corre el peligro de ir dejando un ligero olor a oso, que apesta.
El aseo personal es cosa de cada un@. Cada cual lo hace como y cuando le apetece.
Yo pienso que una cosa moderada es lo mejor.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.

FLORENCIA


Florencia Tellier Payrau, es la asistente de mi padre, porque él tiene un 72% de minusvalía. Viene los lunes, miércoles y viernes a ayudar en casa. La tía es una cachonda mental. Nos reímos con ella. Nos llevamos muy bien y celebramos el día que viene Flor, que es como la llamamos.

Tiene ascendentes franceses e italianos, de ahí su nombre, que ya suena un poco raro. Ella está muy orgullosa de ser española, pero no reniega de los apellidos de sus antepasados, sino todo lo contrario. De hecho está moviendo papeles a ver si le respetan sus apellidos originales, porque, creo, que aquí se llama de otra forma.

Ayer me vino la carta dela dependencia a mí y mi madre la está esperando y es que somos tres dependientes en casa. Voy a ir a Servicios Sociales a ver si me dejan a mí también a Florencia. A mí, tan solo, me han concedido diez horas mensuales, para ayudar en mis necesidades.

A mí lo que me hace falta es que ayude en casa, lave mi ropa, limpie mi dormitorio y cuatro cosillas más, Tengo un mes para concretar todas esas cosas, o sea, para que empiece a venir la nueva asistente, o que venga Flor más horas o días. En realidad no sé como nos las vamos a arreglar, porque no sé si a Flor le interesa venir tan solo diez horas mensuales, ya que ella va a otras casas también.

Estoy deseando que llegue la hora para ver que se decide.

Con Flor estamos muy bien, tenemos confianza y ayuda todo lo que puede.
A mí me gustaría tenerla a ella por asistente, porque sabemos unos y otra de que pie cojea cada uno.

Si fuesen más horas, si le convendría a Florencia. Como dije, mi madre está también pendiente de que le den la dependencia.
Para mí, y vistos los papeles (dependencia 1 moderada), que serán también diez horas mensuales. No sé si juntándolas todas a Flor le convendría estar solo con nosotros.

Ojalá todo se solucione bien y tengamos esa pequeña ayuda.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.

PERDER O GANAR


En esta vida unas veces se pierde y otras se gana. Es ley de susodicha vida. Es más fácil perder que ganar, sin embargo, hay que lo optar por lo segundo, porque sino estamos perdidos. A este último caso todos nos amoldamos. A todos nos gusta ganar, salvo algún masoquista que haya por ahí suelto.
Hay quien tiene buen perder y se conforma, con una sonrisa en la cara. Sin embargo otros se irritan cuando pierden, cosa muy normal entre humanos. Tenemos que jugar a ganar, ya que es absurdo jugar a perder. Esta idea no tiene ni pies ni cabeza. Un ganador nato se toma la vida con filosofía. Se ríe cuando pierde en algún proyecto que tenía previsto hacer.
Al despertarnos por la mañana decimos: hoy voy a hacer una serie de cosas. Suerte tendremos si de dichas cosas, la mitad de ellas nos salen bien. Hay que acomodarse a esta dicha o desdicha, como cada uno lo quiera ver.
Un deportista, de cualquier modalidad, juega a ganar y, si pierde, hay algunos que incluso lloran. No hay que tomarse estas cosas tan en serio, tenemos que jugar deportivamente. Se debe decir: yo juego y, si gano, muy bien y, si pierdo, qué le vamos ha hacer. Otra vez ganaré.
Yo tengo muy mal perder. Me gusta ganar siempre, si bien comprendo que esto no puede ser. Que el mundo no puede girar alrededor de mí, sino más bien lo contrario.
El protagonista o los protagonistas aquí no soy yo, sino que sois vosotros. Quisiera entrar en vuestros corazones y ver que hay dentro, para poder escribir cosas que os puedan servir de algo en vuestro quehacer diario.
Algunos confían en la buena suerte, pero como he dicho en otras ocasiones a la suerte hay que salir a buscarla, o sea que tenemos que luchar para que nos bendiga, dicese que no podemos quedarnos con los brazos cruzados.
Hay que luchar y luchar, cada día, por las cosas que deseamos que nos ocurran. Seguro que de esta forma nos irá mucho mejor.
Todo es cuestión de no pensarse mucho las cosas, sino actuar tranquilamente y con decisión.
                                                                                           JOSÉ ANTONIO MERIDA.