Comenzó el pasado viernes, cuando cobré la paga
extraordinaria de Navidad. Hice algunas compras, pagué lo que debía y di un
piquillo a mi madre, que se puso muy contenta. Le regalé a mi hermano un
desodorante. El sábado saqué más dinero del banco y me fui al C&A a
comprarme ropa.
Me compré dos camisas, que ya me hacían falta y un pantalón
de invierno, en otra tienda. Le regalé a mi madre un detergente para la
lavadora. Dormí una siesta y me vine al restaurante El Jardín, donde me
encuentro, a escribir un artículo.
Desde hace algún tiempo veníamos planeando Pepe García,
Antonio Ruiz y yo, que nos íbamos a dar un homenaje, consistente en comer
churros por la mañana y, al medio día, venirnos a comer aquí al Jardín. Yo
vaticinaba que iba a salir bien y así ha sido.
De primero hemos tomado paella, de segundo, ellos, pinchitos
con patatas y un huevo y yo merluza a la plancha. Después, el postre: arroz con
leche Antonio, un flan Pepe y yo un plátano. Para redondear la comida, entre
cigarrito y cigarrito, un buen café a gusto del consumidor.
Tanto ayer sábado como hoy domingo, le he dado dinero a mi
madre, la que me ha besado con amor, porque este mes pasado hemos tenido
carencia de dinero en casa
Yo tuve que pedir dinero prestado en tres sitios y luego,
como no, a pagarlo.
Mi más sincero agradecimiento a las personas que me lo han
dejado.
Entre ellas mi hermano Paco.
Todo esto para poder echar adelante un mes que ha sido
especialmente duro económicamente.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.