Maravillosa palabra. Para que esta exista tiene que haber
veracidad, comprensión, entendimiento y ser conocedor/a del tema que se elija
para hablar. No hace falta que sean conocidos los contertulios. Un tema puede
surgir en cualquier momento y en cualquier lugar. Tan solo hace falta poner un
poquito de interés en la persona/as que nos hablan.
Hablando se hacen amigos, se juntan parejas, se construyen
naciones…….
Lo más bonito del diálogo es escuchar (algo más que oir) a la
otra persona y exponer ambos sus puntos de vista sobre un tema dado. Negociar
es imprescindible para llegar a un acuerdo. Nadie tiene la verdad absoluta en
su mano. Debemos ceder en los puntos que no son ciertos para llegar a un
acuerdo.
Los dialogadores menos certeros son los políticos, pues solo
buscan su propio beneficio o el de su partido. Lo que sale por sus labios es el
bien del pueblo. Por lo tanto deberían ser los mejores de cada localidad, por
bien propio y de sus habitantes. Tampoco son todos malos, lo que ocurre es que
por uno que falla en sus deberes, pagan todos.
El diálogo en la pareja es el “gusanillo” que alimenta tan
fantástica unión. En pareja se habla de todo, hasta de lo más inaudito. El tema
más simple es importante en la pareja, que no debiera quebrar jamás.
También se habla con los amigos, que si lo son de verdad,
llegarán lejos. El hablar con gente desconocida, es un poco más difícil, pero
no menos interesante porque se hacen nuevos amigos/as.
Yo, particularmente no soy muy dialogador. Soy más corto que
las mangas de un chaleco, pero si me dan pié, me entusiasmo y soy capaz de
tener una conversación buena y agradable. Cuando no encuentro la persona
adecuada, me dedico a escribir, que según vosotros, no se me da mal.
Abre tu mente al mundo y habla que conseguirás grandes retos.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA .
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