jueves, 30 de noviembre de 2017

CADA GOTA CUENTA

Este es el slogan que han elegido para publicitar que no debemos derrochar agua. Con lo que ha llovido en toda España y en sureste y Málaga en particular, está claro que no podemos abrir el grifo a tope.
La naturaleza es sabia y cuando se le ataca con contaminación, responde con ausencia de lluvias y clima adverso en todos los sentidos. No podemos abusar de los efectos contaminantes y luego querer que llueva bien.
Estamos viviendo un invierno totalmente atípico. A las alturas del año que estamos y apenas ha caído nieve en las montañas y han caído cuatro gotas de lluvia como aquel que dice.
Parece mentira que no nos demos cuenta de que, poco a poco, nos estamos cargando el planeta. No es normal que llueva tan poco y cuando lo hace es con tifones y tormentas que lo destrozan todo. No es normal que haya tantos terremotos y desastres en este mundo que se nos ha dado para vivir, no para maltratarlo con la contaminación de coches, centrales nucleares, bombas atómicas y mil cosas más.
Vivimos confiados en que esto no va con nosotros y cada uno podemos poner nuestro granito de arena en esa montaña que debemos hacer, entre todos, para que la tierra siga siendo nuestra casa durante mucho tiempo y que acoja, de la mejor manera posible, a esas generaciones venideras, que seguro quieren un mundo acogedor y limpio de humo y otras impurezas que, hoy por hoy, desgraciadamente tiene.
Cada gota sirve para sostener un mundo corrompido por el consumismo.
Cada gesto en contra del cambio climático vale.
Cada uno de nosotros podemos ayudar a que esta tierra sea menos hostil con sus habitantes.
Colabora reciclando, usando el transporte público y lo que se te ocurra.

JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.

martes, 28 de noviembre de 2017

NO SABEMOS LO QUE QUEREMOS

En cuestión al tiempo que hace. Si hace frío, andamos encogidos y no nos gusta. Si llueve, nos mojamos y no nos gusta. Si no llueve decimos que haría falta que lo hiciera. Si hace calor, nos molestan las altas temperaturas. En definitiva, que nunca estamos contentos con el tiempo que hace.
Vivimos en una tierra inóspita y el tiempo cambia totalmente del invierno al verano. En otoño y en primavera, cuando la temperatura suele ser suave, tampoco estamos contentos, porque debería haber llovido más este año. En definitiva que va a tener que hacer un clima distinto para cada uno de nosotros, al gusto del consumidor.
El mundo no parece estar hecho a nuestra medida. Cada un@ queremos una cosa distinta y las estaciones del año están hechas como son y nadie las va a cambiar. Nos haría falta un mundo para cada uno de nosotr@s  y esto no es así, el que no le guste, que no se lo coma y no hay más cuento que rascar.
No tod@s somos iguales y nos conformamos con lo que venga, si hace frío o calor, son cosas del tiempo y además no podemos cambiarlo a nuestro antojo o capricho. Si hace frío, pues nos abrigamos, si hace calor, pues vamos más ligeritos de ropa. El caso es adaptarse a cada estación del año y no quejarnos tanto de las inclemencias del tiempo.
Cuando éramos niños o jovencitos le dábamos menos importancia a estas cosas y nos conformábamos con la temperatura que hiciese, ahora que ya vamos teniendo nuestros añitos, somos más criticones con las cosas del tiempo y sus devenires.
Pongámosle una sonrisa al frío o al calor y vistámonos como haga falta, que después de todo vivimos en una parte del mundo, donde podemos elegir la ropa que ponernos.
Sonríele al frío, al calor y a la lluvia.

JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.

viernes, 24 de noviembre de 2017

EL MUNDO DEL SILENCIO

Es el mundo de los sordos. Por un buen rato he podido saber lo que se siente cuando no se oye nada o casi nada. A mí, que soy sordo del oído izquierdo, se me tapó el derecho en la ducha con el jabón.
No oía casi nada. Fui al médico y me dieron cita para una semana. Entonces me acordé de un producto, que usa mi madre, para desatascar los oídos con tapón de cerumen. Fui a una farmacia y no lo tenían. Fui a otra y tampoco y en la tercera tuve suerte y lo encontré.
Seguí las instrucciones del producto y el consejo del farmacéutico y después oía casi bien. Esto fue por la mañana, por la noche repetí la operación y ya oigo bien.
Es muy angustioso que te hablen y no saber lo que te dicen, por eso y desde aquí, quiero solidarizarme con los sordos, que generalmente son también mudos, porque no pueden imitar el habla de las personas que les rodean
Hay quien dice: “no hay nada más malo que un dolor”. Es cierto, pero no son menos malas otras dolencias, como el sufrir el defecto de los cinco sentidos, los males psiquiátricos, el alzeimer, el parkinson, el cáncer de cualquier órgano, el asma, el sufrir de corazón, los males de las vísceras, el carecer de dentadura, el mal de colon, el tener que estar conectado a una máquina, el mal de la próstata, el mal del aparato genital femenino…
Los sordos viven un poco aislados del mundo, no pueden llevar una vida como una persona totalmente normal.
No son menos personas que tú y que yo, tan solo que no oyen.
Hay asociaciones para que estas personas no estén marginadas en esta vida.
No les debemos de tener lástima, ya que ellas saben defenderse por sí solas.

JOSÉ ANTONIO MÉRIDA. 

miércoles, 22 de noviembre de 2017

TODO LLEGA, TODO PASA

Sin lugar a dudas todo lo que anhelamos y lo que no, llega. En el primer caso agradablemente y en segundo no tanto. Lo que sería malo es que perdurara en el tiempo, porque si lo hacen las cosas buenas, por la misma ley lo harían las malas, formando una salsa agridulce que no conviene.
Por todas estas cosas, es bueno que todo pase y de lugar a nuevas cosas que nos llenen de ilusión. Echemos en el olvido lo malo y vivamos lo bueno. Es el único remedio que nos queda para ser felices y andar confiados.
Cuando se aproxima un acontecimiento feliz, estamos deseando que llegue. Cuando lo haga, vívelo alegremente y guárdalo en tu memoria como un tesoro, para que cuando venga el momento malo, no venza esa sonrisa, que te trae el recuerdo del bueno. Si es así, habrás vencido al mal, que es como un guerrero bien armado y valiente, pero que no tiene nada que hacer contra la verdad y el buen hacer.
Es un tema un tanto triste, este que nos ocupa, pero es la realidad, cruel con nosotros, pero que no debe vencernos y hacernos infelices. Solo es cuestión de luchar, con la verdad por delante; de esta forma conseguiremos vencer los malos pensamientos y crear un buen royito, que es lo que merecen las personas buenas de corazón.
Todo llega, todo pasa. Afrontémoslo con la gallardía que llevamos dentro.
Nadie ni nada puede contra nosotros, que luchamos por una vida mejor para todos.
Que la dicha ronde nuestros corazones, que no la consiga vencer los malos augurios que nos rondan.
Tanto tú como yo lo merecemos porque no perdemos un segundo en esa lucha titánica, que es la del bien y el mal y aquel ganará todas las batallas una a una por siempre.

JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.

martes, 21 de noviembre de 2017

MI HISTORIA DE YO

Comienza allá por el año 1964, en un frío enero de un frío pueblo de Málaga (Colmenar), donde mi querida madre fue llevada a la comadrona para que diese a luz su segundo hijo: yo.
Mi familia vivía en el campo, jurisdicción de Riogordo y a mi padre le tocó el llevarme en brazos hasta nuestro hogar, distante de Colmenar 4 o 5 Km. Cuenta mi querido padre que hacía mucho frío y yo pesaba mucho.
Viví mis primeros años en esa casa de campo, donde mi madre me fué criando con paciencia y orgullo, siendo yo un niño tranquilo que corría mucho y hablaba también mucho. Me ponía en mi mecedora y yo mismo me mecía y quedaba dormido. Por entonces no había medios, como pañales (sino gasas), ni cuna y yo dormía en una cama del único dormitorio que tenía la casa.
Fuí creciendo e iba a una escuela rural, donde era buen alumno, pero mis compañeros se burlaban de mi, por mi carácter sencillo y desenfadado y porque los demás niños se creían más machotes que el que suscribe, que lo soy como el que más.
En agosto de 1973, cuando yo contaba 9 años, mi padre decidió que nos veníamos a vivir a la ciudad, ya que él trabajaba aquí. Seguí mis estudios hasta primero de bachiller, cuando conocí a la que fue mi mujer y madre de nuestro hijo único, que ya cuenta 26 años.
He trabajado vendiendo dulces, de camarero, en la construcción, pero mi vocación ha sido y es conducir vehículos. He trabajado de camionero y de agente único en los autobuses urbanos de esta ciudad. De todo me siento orgulloso.
Cuando llevaba dos años y medio en este último trabajo, caí malo, por el estrés, basado en los sentimientos morales que no podía poner en práctica con mis viajeros. El resto ya lo conocéis.

JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.

lunes, 20 de noviembre de 2017

VARÓN HOMBRE-HEMBRA


Un título muy particular para el asunto que os quiero contar hoy. Me baso en la rivalidad que hay entre hombres y mujeres, en cuanto a ocupar los distintos trabajos o profesiones, en una sociedad moderna como la nuestra.
Las mujeres quieren no ser menos que los hombres y, por tanto, estar en todas las profesiones u oficios que ocupen estos. Desde peón de albañil o camarero hasta miembro de la alta sociedad burocrática (jueces, políticos, directores de empresas…) pasando, como no, por todos y cada uno de los deportes que realice el hombre.
Yo no veo mal que las féminas estén en cualesquiera de los oficios citados o por citar, lo que veo impropio es que quieran ocupar el sitio que, normalmente, tiene o ha tenido el hombre.
Tienen todo el derecho del mundo de estar allá donde les apetezca. Es más, son bienvenidas, a hacerle frente al hombre y dan ese toque de dulzura, que este carece de él.
Vamos que las animo a que sigan adelante. Además de lo dicho, quieren vestir como los hombres.
Lo que las mujeres quieren es ser igual o mejor que los hombres. Podrían querer ser mejores que otras mujeres. Nadie les quita ese derecho. Vivimos en una sociedad libre y eso implica igualdad de derechos para tod@s. ¿Qué tienen los hombres que no tengan las mujeres? Evidentemente la sexualidad. Nuestros cuerpos y nuestras mentes no son iguales. El hombre, por lo general, es más fuerte físicamente. La mujer es más inteligente y prudente, que su compañero de fatigas y ambos están predestinados a unirse en pareja y tener hijos. Por lo tanto, cuanto más cerca, profesionalmente, más posibilidad de que esa unión se produzca.
Por lo cual, que vivan las mujeres, que vivan los hombres.

JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.

miércoles, 15 de noviembre de 2017

LOS NIÑOS DE HOY

…Serán, evidentemente, los hombres y mujeres de mañana. Por eso debemos cuidarlos bien, sobre todo en cuestión de educación. Los niños tienden a ser rebeldes, pero si ven en sus padres que les tratan con cariño, que les dicen como se tienen que comportar, pero sin pegarles ni regañarles con dureza, nuestros niños nuestras niñas, tenderán a ser nobles, sin ser tontos.
Los padres son pues, los que le dan la educación a sus hijos: como deben comportarse, tratar con respeto a los demás, no ser envidiosos, no ser rencorosos, no dar voces, sino hablar con los demás niñ@s y mayores tranquilamente, con argumentos, de forma tal que puedan llegar a un acuerdo sin vociferar, les enseñan a querer a sus hermanit@s, a jugar con todos los niñ@s, les dará sus primeras lecciones morales conforme a sus ideales.
Después irán a la escuela para formarse y ser hombres y mujeres de provecho. Unos estudiarán más, otros menos. En el mundo tiene que haber de todo, desde profesionales de la construcción o pintores hasta altos Magistrados, políticos, empresarios y un sinfín de oficios.
Es conveniente que los jóvenes se formen bien, porque hay mucha competencia, al haber poca oferta y mucha demanda de empleos.
Desde niñ@ saben ya lo que les gustaría ser de mayores. Padres y profesores deben apoyarlos y ayudarles a que consigan su propósito, dado que ell@s serán más felices y producirán más.
No es más feliz el que gana más dinero, sino el que desempeña el oficio que le gusta desde muy niñ@. Padres y educadores deben preguntarles que qué quieren ser de mayor y hacer lo posible porque sus deseos se cumplan. No hay profesiones u oficios malos, los hay que no son el que les gusta a nuestros hijos. Además, se debería cambiar de empleo cada seis o siete años, para evitar la monotonía.

JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.