Sin lugar a dudas todo lo que anhelamos y lo que no, llega.
En el primer caso agradablemente y en segundo no tanto. Lo que sería malo es
que perdurara en el tiempo, porque si lo hacen las cosas buenas, por la misma
ley lo harían las malas, formando una salsa agridulce que no conviene.
Por todas estas cosas, es bueno que todo pase y de lugar a
nuevas cosas que nos llenen de ilusión. Echemos en el olvido lo malo y vivamos
lo bueno. Es el único remedio que nos queda para ser felices y andar confiados.
Cuando se aproxima un acontecimiento feliz, estamos deseando
que llegue. Cuando lo haga, vívelo alegremente y guárdalo en tu memoria como un
tesoro, para que cuando venga el momento malo, no venza esa sonrisa, que te
trae el recuerdo del bueno. Si es así, habrás vencido al mal, que es como un
guerrero bien armado y valiente, pero que no tiene nada que hacer contra la
verdad y el buen hacer.
Es un tema un tanto triste, este que nos ocupa, pero es la
realidad, cruel con nosotros, pero que no debe vencernos y hacernos infelices.
Solo es cuestión de luchar, con la verdad por delante; de esta forma
conseguiremos vencer los malos pensamientos y crear un buen royito, que es lo
que merecen las personas buenas de corazón.
Todo llega, todo pasa. Afrontémoslo con la gallardía que
llevamos dentro.
Nadie ni nada puede contra nosotros, que luchamos por una
vida mejor para todos.
Que la dicha ronde nuestros corazones, que no la consiga
vencer los malos augurios que nos rondan.
Tanto tú como yo lo merecemos porque no perdemos un segundo
en esa lucha titánica, que es la del bien y el mal y aquel ganará todas las
batallas una a una por siempre.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.
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