viernes, 10 de noviembre de 2017

EN LA FLOR DE LA VIDA

Dicen encontrarse algunas personas mayores. A pesar de sus años salen a la calle, dan su paseíto, hacen la compra, se toman un café y cuando les llega la hora, se van para casa con una sonrisa en los labios. Casi da envidia verlos tan rozagantes (dispuestos).
Yo conozco a una mujer con más de noventa años, que sale todas las mañanas temprano a charlar con sus amigas, a ver a su hija y a desayunar tranquilamente en un bar, donde se está toda la mañana. Dato curioso de esta señora es que no le falta ni un diente.
También conozco a un señor, con 92 años, que está más dispuesto que yo con 53. Es una alegría verles tan bien, a pesar de su edad. No son estos dos los únicos, hay bastantes, que aunque tengan que usar garrote, dan largos paseos; más largos que yo incluso. Es curioso.
Hay otros, por desgracia, que les cuesta dar un pequeño paseo. Sin embargo, lo dan y luchan cada día por su vida, que es una flor de sabiduría y bonanza. Yo lo sé porque hablo con ellos. Muchos se sienten solos y cuando se les habla, lo agradecen y alguno, si le parece, te cuenta su apasionante vida, que no termina aquí, porque se sienten jóvenes y con ganas de vivir.
Ejemplo deberían ser para nosotros, con menos años y que nos duele todo. Ellos han comido poco, pero sano. Sin embargo nosotros no comemos nada más que porquerías, como conservas, bocadillos, hamburguesas, patatas fritas y similares, bebidas enlatadas, comida precocinada, comida enlatada (que por cierto está malísima).
Ojalá que duren todos muchos años, ya que es una verdadera pena perderles. Su experiencia no guía por el buen camino, nos alienta cuando estamos tristes, nos hace ver la vida con otros ojos.
Algunos se montan en los autobuses y dan grandes paseos (los que no pueden andar mucho), hablando con los conductores de estos.

JOSÉ ANTONIO MÉRIDA. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario