Ya trabaje el hombre, la mujer o ambos, viene a ser igual,
hay que echar una mano en casa. Si trabaja fuera de casa el hombre, opviamente,
la mayor carga de la casa y los niños, será para la mujer. Si trabaja la mujer,
por la misma regla de tres, la mayor carga será para el hombre. En ambos casos
el que trabaja fuera tiene la obligación de ayudar al que soporta el llevar
todo el peso que supone llevar una casa para adelante.
El gran problema viene a suceder cuando ambos trabajan fuera.
Tienen que organizarse muy bien, para ocuparse de los niños y de la casa,
después o antes de ejercer su profesión.
Entre ellos y sus hijos se tienen que organizar para que la
familia no sea un desastre. Si la pareja tiene la suerte de trabajar uno de
mañana y el otro de tarde, tienen más posibilidades de éxito en la aventura que
es estar casados y con hijos.
Yo vivo con mis padres, ambos incapacitados y yo enfermo
mental. Pues los tres hacemos nuestras cositas y junto a la ayuda de una
asistente que tenemos tres ratos, otros tantos días a la semana, vamos echando
la casa para adelante.
Normalmente, mi madre hace la comida, mi padre le ayuda. Yo
hago la compra y ayudo un poco en casa. La asistente limpia y hace algunas
cosas.
No es suficiente con esto. Llevaba mi madre meses diciendo
que había que hacer una limpieza a fondo, limpiar los altos de los muebles
ropero, detrás de estos, lo mismo con el mueble del comedor, cocina, neveras y
limpiar algunos rincones “olvidados”. Pues bien hoy, sábado, cuando he llegado
de la compra, sin mediar palabra, me he puesto a limpiar todo esto y más.
Mi madre decía que había que desocupar los muebles, pero yo,
que soy un “pelin” bruto, los he movido con todo dentro. Al final, todos
contentos, mi madre por tener la casa limpia, mi padre por otro lado y yo
satisfecho de una tarea bien hecha.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.
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